Homilía pronunciada ayer por el prelado del Opus Dei en la festividad de san Josemaría, en la Basílica de san Eugenio, de Roma.
“El Espíritu Santo es, en realidad, el gran protagonista de este itinerario de santidad en lo cotidiano”.
“Él entra en nuestras vidas del mismo modo en que subió a la barca de Pedro y de sus compañeros”.
“La presencia de Cristo transforma nuestro trabajo, nuestra barca vieja, en el lugar de la acción de Dios”.
Al recordar hoy el mensaje de la llamada universal a la santidad y al apostolado, del que san Josemaría fue portavoz durante su vida terrena, nuestro corazón se llena de alegría y de agradecimiento a Nuestro Señor.
La oración colecta que nos propone la liturgia destaca esta verdad proclamada por el Concilio Vaticano II y, haciendo referencia a san Josemaría, añade: «Concédenos, por su intercesión y su ejemplo, que en el ejercicio del trabajo ordinario nos configuremos a tu Hijo Jesucristo». Esta petición resume, en cierto sentido, nuestro camino en la tierra: parecernos cada día más a Jesús, a través de una actividad que nos resulta tan familiar como es el trabajo.