La exhibición de quien hace de su intimidad materia pública, tiene un parentesco lejano pero cierto con la obscenidad de quien infringe sufrimiento a otros sin inmutarse
Se cuenta que cuando las aguas del diluvio se retiraron Noé aprendió a cultivar la vid. Poco después disfrutó desprevenido del licor de las uvas y se embriagó.
Traspuesto y desnudo pasó Noé la primera mala consecuencia del líquido de la vida. El caso es que así le encontró uno de sus hijos, que enseguida corrió a llamar a sus hermanos para presenciar juntos el sopor del padre ya anciano. Pero los hermanos mayores, lejos de disfrutar con la escena, se quitaron el manto y evitando mirar la desnudez de Noé le cubrieron.