Si la libertad es posibilidad de amar y el amor es el ejercicio correcto de la libertad, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que “el Cielo son los otros”
En un lugar de esta tierra de cuyo nombre no quiero acordarme, una persona cuyo rostro he olvidado me describió el otro día un programa de televisión cuyo título sí retuve aunque intentaré no recordar: First Dates.
Lo vino a definir como una feria de los egoísmos más burdos, en que se ponen en contacto dos personas que se dedican a buscar un apéndice para sus vidas, un títere que les acepte sin pretender de ellos ningún esfuerzo, mucho menos algo que lejanamente se parezca al amor.