El buen ladrón con una palabra robó el corazón a Cristo y abrió las puertas del Cielo. Así es la oración: una palabra que roba el corazón a Jesús y nos permite vivir, desde ese momento, junto a Él.
Fuera de las murallas de Jerusalén, poco después del mediodía, tres hombres habían sido crucificados sobre el Monte Calvario. Era el primer Viernes Santo de la historia. Dos de ellos eran ladrones; el tercero, al contrario, era el único hombre absolutamente inocente: se trataba del Hijo de Dios.