La máxima constituyente de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios invita a un equilibrio alejado de dos extremos recurrentes: clericalismo y laicismo
Este viejo debate, presente en los grandes filósofos griegos, se complica con el cristianismo, que introduce en la historia la separación entre religión y política. La máxima constituyente de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios invita a un equilibrio alejado de dos extremos recurrentes: clericalismo, laicismo. Pero se agudiza la tensión ética, porque no es fácil siempre armonizar en unidad de vida las exigencias de la doble ciudadanía del discípulo de Jesús.
La dificultad explica quizá la abundancia de artículos y comentarios en la prensa estadounidense de los últimos tiempos, antes y después de las elecciones de noviembre. Se acentuó ante la inauguración de la presidencia de Joe Biden, porque no llegaba a la Casa Blanca ningún católico desde el malogrado John F. Kennedy.