lunes, 15 de febrero de 2010
LIBERTAD DE EDUCACIÓN
Imagínese usted que quiere comprar un coche. Imagine también que el Gobierno le dice a usted qué coche se tiene que comprar, de qué marca, color, y potencia. ¿Cuál sería su reacción? ¿Indignación? ¿Protesta? ¿Rebelión? Pues depende
Si usted vive en Cuba, o en cualquiera de los pocos países comunistas que quedan (fueron muchos en su día), su reacción será de alegría. Es de los pocos afortunados que tiene coche. Además, usted nunca habrá experimentado la libertad de elección y, por tanto, no la echará en falta.
Pero si usted vive en un país libre, democrático y desarrollado, probablemente pondrá el grito en el cielo por no poder comprar el coche que quiere. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Y seguro que usted tendrá razón. Ahora, le pregunto: ¿qué valora más usted, la calidad de su coche o la educación de sus hijos?
La respuesta es obvia: la educación de mis hijos. Entonces, ¿por qué no admitimos que el Gobierno decida cuál es nuestro coche y sí decida el tipo de educación de nuestros hijos? La realidad es que una amplia mayoría de ciudadanos no pueden decidir en España a qué colegio llevan a sus hijos. El Gobierno se lo impone.
Eduardo Martínez Abascal
Expansion.com
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