Reproduzco este artículo del Dr. Cabellos:
Se puede pagar para que haya más libertad, pero nunca para menguarla
Por más que he rastreado por Internet no lo he encontrado. He buscado colocando una frase y su contraria, buscando a Marx y aSmith, pero no he sido capaz del descubrimiento. Por lo que he concluido que se trata de un invento más actual cuyas raíces tal vez están en la Venezuela de nuestros días o en esos otros populismos al uso.
He puesto simplemente el vocablo subsidiaridad, he empleado la frase: sociedad civil subsidiaria del estado. Y me aparecía siempre que el subsidiario de los individuos y de las sociedades menores es el Estado. Pero no muy lejos de nosotros hemos escuchado o leído que las sociedades tienen que ser subsidiarias del Estado, al menos en un tema tan sensible como el de la Educación.
He puesto simplemente el vocablo subsidiaridad, he empleado la frase: sociedad civil subsidiaria del estado. Y me aparecía siempre que el subsidiario de los individuos y de las sociedades menores es el Estado. Pero no muy lejos de nosotros hemos escuchado o leído que las sociedades tienen que ser subsidiarias del Estado, al menos en un tema tan sensible como el de la Educación.
Por lo visto, Cervantes debe ser un carca tremendo porque escribió en El Quijote:
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo! (cap. LVIII).
Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo! (cap. LVIII).