viernes, 25 de diciembre de 2015
El matrimonio no es un melón
Hasta que no lo abres, no sabes si está bueno. No es infrecuente oír la queja: «Me casé enamorad@..., pero la cosa se torció luego, tuve mala suerte...» «Creí conocerle bien, pero descubrí su verdadera personalidad demasiado tarde, ¡la suerte!» ¿El matrimonio una lotería? ¿Quieres saber en qué medida influye el factor suerte? ¿En un 50 %, en un 20 %, en un 5 %? No. ¿Ni siquiera en un 1 %? Ni siquiera.
La suerte no influye en nada por la sencilla razón de que la suerte... no existe. Hablar de la suerte en pleno siglo XXI , en la era de la biogenética, suena a poco serio, a tiempos remotos cuando el hombre vivía presa del temor y la superstición. No existe el azar, como ha demostrado la física desde el Barroco, desde Leibniz y Newton, y como ha subrayado Einstein en el siglo XX («Dios no juega a los dados»). Todo en esta vida tiene una explicación. Todo obedece a una cadena de causas, más o menos compleja, más o menos larga. Pero algunos se empeñan en invocar la suerte cuando las cosas salen mal.
La suerte en el matrimonio tiene poca entidad. Lo que existe es la voluntad (yo querer..., ¿recuerdas?), y la libertad de los contrayentes. Eso es lo que existe. Lo que influyen, en todo caso, son las circunstancias, o el cruce sobre nuestras vidas de las voluntades y libertades de otras personas... Otra cosa es que nuestra voluntad esté poco trabajada, sea quebradiza o poco firme..., pero ése es otro problema. ¿El matrimonio un melón? Depende. Si te casas a ciegas o sin conocer a fondo al otro, su forma de ser, sus opiniones, sus proyectos, su yo más íntimo, te puedes llevar sorpresas. Pero no lo llames mala suerte.
Alfonso Basallo
serpersona.info
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