domingo, 14 de febrero de 2010
ADICTOS A LA MARCHA NOCTURNA
Pasar la noche entera, o casi, “de marcha” se ha convertido en la opción preferida de ocio para muchos jóvenes y adolescentes, como cualquiera puede observar y un reciente estudio corrobora en España. Tales planes suelen incluir excesos en la bebida, y a veces droga, sexo esporádico, peleas o accidentes. Esto invita a plantearse cómo proponer a los jóvenes otras formas más seguras de divertirse
“Más del 80% de los jóvenes madrileños de entre 15 y 24 años centran su forma de ocio en la marcha nocturna y afirman que les compensa salir toda la noche, a pesar de los riesgos (embriaguez, peleas, relaciones sexuales sin protección, etc.) que puede implicar”. Ésta es una de las principales conclusiones del estudio Ocio y riesgos de los jóvenes madrileños realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Obra Social Caja Madrid y el Instituto de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, y publicado el 27 de enero pasado.
Estos datos son, en general, extrapolables al resto del país.
Los motivos que tienen los adolescentes y jóvenes para preferir llenar su tiempo de ocio saliendo de marcha nocturna frente a otras alternativas son bien conocidos.
El atractivo de la noche
En primer lugar, dice el estudio, “la noche se les presenta como espacio para la experimentación”.
Les atrae porque diluye los límites y relaja las responsabilidades. En las salidas nocturnas no hay control de los padres, no hay que dar cuenta de lo que se hace, todo está permitido. Los defectos se difuminan, se aparcan los deberes y se puede ser lo que no se es durante el día.
A los adolescentes les cautiva la marcha nocturna porque creen encontrar ahí la libertad recién descubierta y la quieren estrenar a toda costa. La noche les permite bailar, beber, desinhibirse, probar nuevas experiencias, ser otros durante unas horas, relacionarse sin poner en juego nada más que la epidermis… Los tímidos se vuelven osados; los rechazados se sienten queridos; los solitarios, acompañados; los menos agraciados se ven guapos; los inseguros cobran seguridad; los antipáticos parecen simpáticos; los inocentes pierden la inocencia.
ACEPRENSA
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