martes, 23 de marzo de 2010
La fe enriquece la inteligencia
Benedicto XVI ha dedicado muchísimas de sus catequesis en las audiencias generales de los miércoles en Roma a grandes figuras de la vida de la Iglesia, comenzando por los Padres. Parece como si deseara enfrentar a los creyentes de hoy con esos faros milenarios de los que pueden sacar luces válidas para un momento crepuscular de la cultura y de la práctica cristiana.
En la segunda mitad del siglo XX el catolicismo dio un avance espectacular en España en materia teológica, por el número y calidad de centros académicos, profesores, publicaciones, revistas, editoriales. Pero el tono cultural medio sigue reflejando el ancestral fideísmo, que se observa en tantos comentarios periodísticos frívolos de supuestos agnósticos o ateos que no pueden disimular su ignorancia. Por eso, aparecen en la prensa española frases que sonrojan a lectores de medios internacionales.
Comprendo el juicio sumario de Jorge Salinas en Facebook a propósitos de los “que pretenden desacreditar la figura del anciano, bondadoso y clarividente Benedicto XVI”: “nunca se refieren a su pensamiento porque no son capaces de rebatirlo, sino que se dedican a sembrar confusión a base de titulares que suenan escandalosos”. Basta recordar la trivialidad inicial tras la famosa lección de Ratisbona que, luego, ha contribuido a un progresivo acercamiento intelectual con teólogos serios del Islam.
Me vino esto a la vez al leer el resumen de la audiencia en la plaza de San Pedro, en la que el Papa prosiguió su catequesis sobre San Buenaventura de Bagnoregio, confrontándolo esta vez con su contemporáneo, Santo Tomás de Aquino: “Ambos -afirmó Benedicto XVI- escrutaron los misterios de la Revelación, valorizando los recursos de la razón humana, ese fecundo diálogo entre fe y razón que caracteriza al Medioevo cristiano, época de gran vivacidad intelectual, además de fe y renovación eclesial".
SALVADOR BERNAL
RELIGIÓN CONFIDENCIAL
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