Las tareas profesionales son testimonio de la dignidad de la
persona humana; vínculo de unión con los demás; fuente de recursos; medio de
contribuir a la mejora de la sociedad en la que vivimos y de fomentar el
progreso de la humanidad entera.
El trabajo es un don de Dios, un bien del hombre, aunque
lleva consigo el signo de bien costoso. Y es no solo un bien útil o para
disfrutar, sino un bien "digno", es decir, que corresponde a la
dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta. Una vida
sin trabajo se corrompe, y en el trabajo el hombre "se hace más
hombre".
La pereza, manifestada de
mil formas, es destrucción de la misma dignidad humana. Es el trabajo como la
columna vertebral del hombre; todo descentramiento en este terreno repercute en
la vida personal. El trabajo debemos cuidarlo como se cuida un tesoro.
La pereza es destructora. De ella se derivan con frecuencia
la malicia, el rencor, la pusilanimidad, el desaliento, la torpeza e indolencia
en la guarda de la rectitud natural y la divagación de la mente hacia cosas
ilícitas.
El trabajo es consecuencia del mandato de dominar la tierra
(Génesis 1, 28) dado por Dios a la humanidad, que se volvió penoso por el pecado
original. Génesis 3, 17).
Tiene un especial valor el ejemplo de trabajo que nos dio
Jesucristo a lo largo de la mayor parte de su vida.
De los treinta y tres años que pasa en la tierra, treinta de ellos los vivió como un hombre más, en medio de una vida ordinaria de trabajo. Algo importante nos ha querido enseñar, cuando pasa tanto tiempo entre las ocupaciones normales de los hombres como uno más.
De los treinta y tres años que pasa en la tierra, treinta de ellos los vivió como un hombre más, en medio de una vida ordinaria de trabajo. Algo importante nos ha querido enseñar, cuando pasa tanto tiempo entre las ocupaciones normales de los hombres como uno más.
“El trabajo debe ayudar al hombre a hacerse mejor, espiritualmente
más maduro, más responsable, para que pueda realizar su vocación sobre la
tierra. El trabajo debe ayudar al hombre a ser más hombre. El trabajo, aun con
sus componentes de fatiga, de monotonía, de obligatoriedad -donde se advierten
las consecuencias del pecado original- le ha sido dado al hombre, antes del
pecado, precisamente como instrumento de elevación, de perfeccionamiento del
cosmos, como plenitud de su personalidad, como colaboración a la obra creadora
de Dios. La fatiga que lleva consigo asocia al hombre al valor de la cruz
redentora de Cristo" Juan Pablo II.
Si a cualquiera nos preguntaran cuáles han sido las
experiencias más enriquecedoras de nuestra vida, las que mejor conservamos en
la memoria y recordamos con mayor satisfacción, casi siempre nos referiremos a
vivencias personales dentro de un conjunto de personas a las que apreciamos.
Quizá sea la familia, o un equipo de trabajo, o un grupo de personas dentro de
un determinado ámbito cultural, o de un deporte, o de lo que sea.
Saber compartir,
hacer equipo, sentirse unido a otras personas, es siempre gratificante, y
también de ordinario un buen acicate para esforzarse, para mejorar. La presencia
de otros nos inspira y estimula a un nivel quizá difícilmente accesible para
nosotros yendo en solitario. De los demás aprendemos muchas cosas que nos
enriquecen enormemente, y por ayudarles a veces nos sorprendemos haciendo cosas
que quizá incluso no haríamos ni por nosotros mismos.
Los demás son un
elemento decisivo en nuestra mejora personal. Es cierto que la fuerza para
cambiar depende en gran parte de uno mismo. Pero también sabemos que las
personas que nos rodean pueden ayudarnos o estorbarnos mucho en ese camino. La
capacidad para cambiar se ve reforzada cuando sabemos convivir con los demás,
cuando sabemos trabajar en equipo, cuando logramos estar cercanos a las personas
que componen nuestro entorno.
El que se
esfuerza dentro de un ámbito de confianza e ilusión, bien integrado entre
personas a las que aprecia, normalmente se esfuerza más y mejor. Y eso suele
producir un benéfico efecto feedback. Cuanto más das, más recibes, y mejor
clima de colaboración y apoyo logras, lo cual siempre refuerza la satisfacción
de todos.
Juan Ramón Domínguez Palacios
Juan Ramón Domínguez Palacios
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