martes, 30 de agosto de 2011

"Una verdadera cascada de luz"

   Con las palabras que dan título a estas líneas, Benedicto XVI se ha referido a la recién concluida Jornada Mundial de la Juventud, en la primera Audiencia General en Castelgandolfo, después de su regreso a Roma.
Y al hacer un breve repaso de lo ocurrido en esa Jornada que él mismo Papa califica de "un acontecimiento eclesial emocionante", hace mención especialmente a la recomendación que hizo a los profesores en el Monasterio de El Escorial:

"A los profesores les recordé que sean verdaderos formadores de las nuevas generaciones, guiándoles en la búsqueda de la verdad no sólo con las palabras sino también con la vida, consciente de que la Verdad es Cristo mismo".

Los aficionados a las estadísticas ya nos han comunicado que las palabras "Jesús, Jesucristo, el Señor, Cristo, Dios, Maestro, Hijo", aparecen  341 veces en los discursos –ni muy extensos, ni muy numerosos- que pronunció el Papa en Madrid.

La "cascada de luz" es, sin duda alguna la "Luz de Cristo", la "Luz que ilumina al mundo".  Esa Luz a la que Benedicto XVI ha invitado a buscar a los jóvenes, sin desfallecer.

"Tenéis interrogantes y buscáis respuestas –les dijo a los franceses en la Cibeles-  Es bueno buscar siempre. Buscar sobre todo la Verdad que no es una idea, una ideología o un eslogan, sino una Persona, Cristo, Dios mismo que ha venido entre los hombres".

"Nosotros predicamos a Cristo, y a Cristo crucificado", dijo ya san Pablo en los albores de la aventura de la Iglesia, y así han seguido predicando tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia.
Quizá muchas personas que vivieron aquellos momentos en Cuatro Vientos, y muchos más que siguieron la Jornada por televisión, recordarán en su alma el silencio de la adoración a Cristo Eucaristía después de la tormenta.

Muchos se preguntarán por el significado de ese silencio, qué razones, qué fuerzas, podría haber detrás de un  silencio semejante sostenido en el respirar de más de millón y medio de personas.

Fue el silencio de la "soledad sonora", el silencio de la "cascada de luz"; el silencio de la alegría incontenible ante Cristo Resucitado; el silencio que esconde todo  el amor de Dios creador; el silencio del hombre asombrado ante Cristo vivo, presente en la Eucaristía, "le alaba, le da gracias le pide ayuda y luz".  El silencio sinfónico del amor del hombre que contempla la entrega amorosa de Dios. El silencio de la Verdad, que se hace Vida y Camino.

Y una vez más, el Papa invitó a todos a que ese silencio les lleve a descubrir la "roca", que hace posible su alegría y su paz.

"Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor, el Hijo de Dios hecho hombre, que da consistencia a todo el Universo".

"Una verdadera cascada de Luz", que ilumina hasta los más recónditos recovecos del espíritu de esos verdaderos adoradores de Dios, "en Espíritu, en Verdad".

Ernesto Juliá Díaz
RELIGIÓN CONFIDENCIAL

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