Escribe Javier Vidal-Quadras: La contemplación y entrega de los valores sexuales se transforman en una invitación a la dación mutua: no es una utilización, un préstamo; sino un regalo, una donación.
En algunos posts anteriores he insistido en la importancia de entregar el espíritu junto con el cuerpo porque, siendo la persona humana una e indivisible, no es posible la entrega cabal del primero sin la del segundo. Al estar el cuerpo y el espíritu inescindiblemente unidos, allá donde uno va el otro le acompaña.