La autoridad no se impone, surge del prestigio ético que uno tenga y de su ejemplaridad en la conducta.
El político francés Edouard Herriot decía a principios del siglo XX: “En las naciones libres, la autoridad sólo depende del ejemplo”. Realmente parece que no hemos avanzado mucho cien años después, más bien estamos perdiendo el concepto de autoridad.
La genuina autoridad, en cualquier campo de la vida humana, no es imposición despótica, sino prestigio moral que depende del ejemplo. No se impone, surge del prestigio ético que uno tenga y de su ejemplaridad en la conducta.
La autoridad proviene del ejemplo moral, porque el ejemplo de por sí ya es autoridad moral. El “ordeno y mando” cae en el peor de los desprestigios cuando la conducta del que manda entra en la incoherencia.
Vicente Huerta
serpersona.info
Juan Ramón Domínguez Palacios / http://enlacumbre2028.blogspot.com.es
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