jueves, 27 de junio de 2019

Ponerse de rodillas para reconstruir la Iglesia

“El mundo y la Iglesia están muriendo porque faltan adoradores”… “El Occidente ha negado a Dios para darse gloria a sí mismo”(Card. R. Sarah).
Algunas personas miran a la Iglesia católica y dicen: Esta Iglesia ha servido su propósito, cambiémosla, hagamos una nueva Iglesia según nuestra imagen. Piensan: La Iglesia ya no tiene credibilidad, ya no escuchamos su voz en los medios. Está demasiado afectada por los escándalos.
La enseñanza del Evangelio es demasiado exigente: ¡Háganlo más fácil! Dilúyelo con el relativismo y la laxitud. En el futuro, preocúpate más por las cuestiones sociales.

Hagamos de la Iglesia una sociedad humana y horizontal, ¡que hable un lenguaje mediático que la haga popular! Amigos míos, una Iglesia semejante no interesa a nadie.
Digo esto sin dudarlo: ¿Quieren reconstruir la Iglesia? ¡Debemos ponernos de rodillas!
Extracto de la conferencia sostenida por el Cardenal Robert Sarah en la Iglesia de San Francisco Xavier en París, el 25 de mayo de 2019, pocas horas después de haber visitado la Catedral de Notre Dame.
El Occidente ha rechazado a Dios para darse gloria a sí mismo. Y también la Iglesia parece que debería adaptarse a la nueva ética globalista, pero así se refleja sólo a sí misma. “Si quieren reconstruir la Iglesia pónganse de rodillas” ha dicho el card. Sarah en París.
«(…) Fundamentalmente, creo que el hombre occidental se niega a ser salvado por la misericordia de Dios. Se niega a recibir la salvación, queriendo construirla por sí mismo. Los “valores fundamentales” promovidos por la ONU se basan en un rechazo de Dios que comparo con el joven rico del Evangelio. Dios miró a Occidente y lo amó porque ha hecho cosas maravillosas. Le invitó a andar de diferente manera, pero el Occidente se volvió para atrás. Prefería el tipo de riqueza que debía sólo a sí mismo.
Las grandes catedrales de Occidente pueden haber sido construidas sólo por hombres de gran fe y de gran humildad, que estaban profundamente felices de saber que eran hijos de Dios. Son como un canto de alegría, un himno a la gloria de Dios esculpida en la piedra y pintada en vidrio. ¡Son la obra de los hijos que aman y adoran a su Padre celestial! Todos estaban contentos de esculpir en la piedra una expresión de su fe y amor por Dios, y no por la gloria de ellos mismo. Sus obras de arte tenían el propósito de dar gloria y alabanza sólo a Dios. El hombre occidental moderno está demasiado triste como para realizar tales obras de arte.
Éste ha elegido ser un huérfano solitario: ¿Cómo puede él recitar la gloria del Padre eterno por quien ha recibido todo? Bien, ¿qué hará entonces? Ante las ruinas de [la catedral de] Notre Dame, algunos se sintieron tentados a decir: “Vean, este edificio ha logrado su propósito. Construyamos algo nuevo, más moderno. ¡Construyamos algo a nuestra imagen!”. Un edificio que habla, no de la gloria de Dios, sino de la gloria del hombre, del poder de la ciencia y de la modernidad.
De la misma manera, algunas personas miran a la Iglesia católica y dicen: Esta Iglesia ha servido su propósito, cambiémosla, hagamos una nueva Iglesia según nuestra imagen. Piensan: La Iglesia ya no tiene credibilidad, ya no escuchamos su voz en los medios. Está demasiado afectada por los escándalos de pederastia y de homosexualidad en el clero. Muchos de su clero son malvados. Es necesario cambiarla, reinventarla.
El celibato sacerdotal es muy difícil para nuestros tiempos: ¡Conviértanlo en una elección opcional! La enseñanza del Evangelio es demasiado exigente: ¡Háganlo más fácil! Dilúyelo con el relativismo y la laxitud. En el futuro, preocúpate más por las cuestiones sociales.
¿La doctrina católica no está adaptada a los medios? ¡A cambiarla! Adáptala a la mentalidad y a las perversiones morales de nuestro tiempo. ¡Adoptemos la nueva ética globalista promovida por la ONU y por la ideología de género!
Hagamos de la Iglesia una sociedad humana y horizontal, ¡que hable un lenguaje mediático que la haga popular!  Amigos míos, una Iglesia semejante no interesa a nadie. Mis queridos amigos, ¡al mundo no le sirve una Iglesia que no ofrece nada diferente a un reflejo de la propia imagen propia!
La Iglesia es interesante sólo porque nos permite encontrar a Jesús. Es legítima sólo porque nos transmite la Revelación. Cuando la Iglesia se sobrecarga de estructuras humanas, obstruye la luz de Dios que brilla en ella y a través de ella. La Iglesia debería ser como una catedral. Todo en Ella debería cantar a la gloria de Dios. Ésta debe dirigir nuestra mirada incesantemente hacia Él, así como la aguja de Notre Dame apuntaba hacia el cielo.
Mis queridos amigos, debemos reconstruir la catedral. Debemos reconstruirla exactamente como era antes. No tenemos necesidad de inventar una nueva Iglesia. Debemos dejarnos convertir de manera que la Iglesia pueda brillar todavía una vez más, que la Iglesia pueda ser todavía una vez más una catedral que canta la gloria de Dios y conduce a los hombres hacia él. Entonces, ¿qué es lo primero que hay que hacer?
Digo esto sin dudarlo: ¿Quieren reconstruir la Iglesia? ¡Debemos ponernos de rodillas!
¿Quieren reconstruir esta hermosa catedral que es la Iglesia Católica? ¡Pónganse de rodillas! Una catedral es antes que nada un lugar donde los hombres pueden arrodillarse, una catedral es donde Dios está presente en el Santísimo Sacramento.
¡La tarea más urgente es recuperar un sentido de adoración! La pérdida de un sentido de adoración de Dios es la fuente de todos los incendios y las crisis que están sacudiendo al mundo y a la Iglesia.
¡Necesitamos adoradores! ¡El mundo se está muriendo porque faltan adoradores! ¡La iglesia está reseca por la falta de adoradores para calmar su sed! (…)».
Cardenal Robert Sarah
Prefecto de la Congregación para el Culto Divino.
Fuente: iltimone.org.
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://enlacumbre2028.blogspot.com.es

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