lunes, 15 de junio de 2020

Familia numerosa

Chema nació en una familia de 14 hermanos. Vivía en con su familia en Cantimpalos y luego en Segovia. Su padre tenía un negocio floreciente, pero apenas tenían dinero para un capricho. Desde muy joven aprovechó cualquier oportunidad para ganar unas pesetas para sus gastos mínimos. 

Vivió en un ambiente cristiano y amable y desde luego no se le ocurría pensar que les sobraba ningún hermano, como podemos leer en este espléndido libro “Chema Postigo. El hombre que hizo volar su corazón”.

“Sitúate en Cantimpalos, donde nació Chema. Ahí, su abuelo era “el rico del pueblo”, no porque tuviera muchas riquezas, sino porque tenía muchos hijos. Para mi marido, cada hijo era un regalo. ¿Y por qué no un hijo más? Sabíamos perfectamente que una nueva vida es una vida para siempre…; sea enfermo o no; se muera a los 10 días, o al año y medio , o a los 22. 

La gente ha perdido el sentido de que cada hijo es un don. ¿Que no llegas a final de mes? Bueno, vas justito. Y te aguantas. De todos modos, fíjate que la gente famosa, la que tiene dinero, tiene uno, dos o tres hijos …, no más: no es sólo un tema de pasta” (p. 199).

Chema conoció un día, en una fiesta, a Rosa. Se la presentaron porque ella también tenía 16 hermanos. Sobre la marcha se le ocurrió decirle: si nos casáramos, nuestros hijos tendrían 30 tíos. Y se casaron. Y su experiencia familiar lo que les pedía era tener muchos hijos. En ningún momento se les ocurrió “cuidado, que no nos pase como nuestros padres”. Más bien lo contrario: no hay cosa mejor que las familias numerosas, y tuvieron 18. “En las familias, las tristezas se dividen, y las alegrías se multiplican” (p. 196).

Muchos no pasarían del título de este artículo. No les interesa para nada y les parece una imprudencia, una tontería, etc., tener familias con tantos hijos. Otros, si pasaron del título, con los tres primeros párrafos han pensado “hasta aquí hemos llegado. Esto es una barbaridad”. O, en el mejor de los casos, “esto era posible en otros tiempos”.
Y no es de otros tiempos. Chema falleció hace muy poco, en el 2017, con 57 años. Lo que sí podemos decir es que una familia así necesita convicciones muy cristianas. En España, y en el resto de Europa, predomina un ambiente egoísta: hay un empeño por vivir bien, tener una buena casa, un buen coche. A ser posible una segunda vivienda en la playa o en la montaña. Estoy pensando en gente con un buen sueldo o una buena herencia, o las dos cosas.
Pero en circunstancias no extremas, para tener muchos hijos se necesitan virtudes y la ayuda de la Gracia. Unas personas que participan en la misa y comulgan cada día, gente normal que se confiesa con frecuencia. Gente poco normal que no necesita estar a la última moda en el vestir. Gente que vive la templanza, la sobriedad. El ejemplo de Chema y Rosa es apabullante. Y uno se da cuenta de que cuando hay generosidad para tener 18 hijos, hay corazón para tener cientos de amigos. Y bien sabemos que lo que llena de auténtica felicidad es tener un corazón muy grande.
Jaume Figa Vaello, Chema Postigo. El hombre que hizo volar su corazón, Palabra 2019
religionconfidencial.com

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