El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha conferido hoy la ordenación sacerdotal a diez diáconos en la Catedral de Valencia, en una misa en la que han concelebrado dos obispos y otros 150 presbíteros, y en la que ha alentado a los nuevos sacerdotes a “vivir la inmensa alegría de la santidad sacerdotal” y a evitar “una vida sacerdotal superficial”.
Por tres veces consecutivas, el titular de la archidiócesis de Valencia ha urgido: “¡santidad sacerdotal, más que nunca!”. A este respecto, ha precisado que “no es una santidad para hacer sino para ser, porque ser santo evangeliza” y ha insistido en que “santidad y evangelización van inseparablemente unidas”. Por ello “no podemos contentarnos con menos que ser santos, todos somos llamados a la santidad sacerdotal, y es entonces cuando se vive una alegría inmensa”. Según el Cardenal, “hay que ser santos, grandes santos, pronto santos, porque Dios lo quiere y es poco tiempo el que se nos concede para ello”.
Los diáconos que han recibido la ordenación sacerdotal son José Diego, de 28 años y nacido en Pedreguer, localidad alicantina que pertenece a la diócesis valenciana; Vicente Fayos, de 31 años, natural de Gandia; Antonio Pons, de 37 años, de Corbera; Pablo Soriano, de 25 años, de Valencia; Celestino Aló, de 40 años, de Guinea; Marc Forner, de 31 años y natural de Faura; Luis Ochoa, de 41 años y de Valencia; Jesús Rodrigo, de 26 años y natural de Cheste; Emmanuel Cano, de 36 años y natural de Valencia y Javier López, de 25 años y de Carlet.
"La vida del sacerdote no puede ser otra que la de Cristo"
En su homilía, el cardenal Antonio Cañizares ha señalado que “la vida del sacerdote no puede ser otra que la de Cristo, no podemos contentarnos con una vida sacerdotal mediocre, es más, no cabe una vida sacerdotal mediocre, nunca debería caber pero menos en estos momentos en los que es tan necesario demostrar la identidad de lo que somos y dar razón de la esperanza que nos anima”, ha indicado el purpurado.
Además, ha subrayado que “no podemos vivir nuestro sacerdocio como algo añadido a la propia existencia, sino como algo que configura enteramente e identifica la persona del sacerdote”, porque “somos presencia sacramental de Cristo sacerdote”. Así, al igual que “todo en la existencia de Jesús es ser sacerdote, todo en nuestra existencia es ser sacerdote, no es una función añadida, en absoluto” .
Se ha referido también el purpurado a la figura del sacerdote en el mundo de hoy, “realidad indudablemente compleja”, y ha advertido que “al abordar esta realidad se está recurriendo hasta la saciedad al estudio sociológico del ambiente en que se mueve, al análisis de los factores culturales que sobre él influyen, a la prospección psicológica de sus instintos y reacciones primarias... pero, ¡digámoslo con valentía y evangélica sinceridad!: no se está teniendo en cuenta el alcance cristológico de esta problemática y la irreductible urgencia de que toda forma de existencia sacerdotal ha de tener un contenido profundo, nítido, vibrante y no adulterado, y ese contenido no es otro que Cristo, vivido, adorado y comunicado”.
También a los sacerdotes presentes en la celebración de hoy, ha animado el cardenal Antonio Cañizares a que “volvamos a descubrir nuestro sacerdocio a la luz de la eucaristía, hagámoslo sentir a nuestras comunidades” y ha invitado, expresamente, a que “en las principales ciudades haya capillas para la adoración eucarística y que nosotros, sacerdotes, seamos profundos adoradores de la Eucaristía”.
Concelebrantes
Con el purpurado han concelebrado el obispo auxiliar, monseñor Esteban Escudero, el obispo emérito de Mondoñedo-Ferrol, monseñor José Gea Escolano, y otros 150 sacerdotes, entre ellos, los rectores de los Seminarios Mayor y Menor, así como el Consejo Episcopal y el Cabildo de la Catedral. En el templo han sido instaladas seis pantallas para que los fieles, que han llenado la Seo y han agotado las sillas auxiliares dispuestas, pudieran seguir la celebración.
Durante la misa, en la que ha cantado el coro del Seminario Metropolitano de Moncada, y tras la ordenación por la imposición de manos del cardenal Antonio Cañizares, varios presbíteros han colocado la estola y la casulla a los nuevos sacerdotes y, a continuación, el purpurado ha ungido con el crisma las manos de cada nuevo presbítero. Finalmente, el cardenal Cañizares ha dado a cada uno de ellos el beso de la paz y a partir de ese momento ha comenzado la liturgia eucarística.
La celebración ha concluido con el Himno a la Virgen de los Desamparados, y una ovación a los nuevos sacerdotes que han sido felicitados al final por sus familiares y amigos.(AVAN)
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