“Admiro la esperanza y la alegría con la que estos cristianos sobrellevan el día a día. En sus labios siempre hay un profundo agradecimiento a Dios por todo”, señala a Religión Confidencial la hermana Yeshua.
La religiosa argumenta, conmovida, que “la guerra es fruto del odio, lleva al hombre a vivir alejado de Dios, lo lleva al extremo. En cierto modo, todos somos culpables de esta guerra, porque si yo no hago el bien que tengo que hacer, en cierto modo también estoy contribuyendo al mal”.
Vivir en Siria es convivir con el miedo y la tensión diaria. Las Hermanas del Verbo Encarnado realizan su apostolado en una residencia universitaria femenina de la ciudad de Alepo. Arriesgan su vida cada día. “Las circunstancias diarias son muy duras. En muchas ocasiones, no hay agua ni luz durante más de diez días. Las jóvenes tienen que estudiar con velas, pero a pesar de ello, tienen una alegría que no la veo en muchas jóvenes de occidente”, señala la religiosa.
Está convencida que la causa de esta alegría es la gracia de Dios, pero también la unidad que reina entre los cristianos de allí. La residencia de estas misioneras se encuentra en la misma calle que las casas que tienen otras instituciones, como el convento de las Carmelitas, de las Hermanas Doroteas, las Hermanas Misioneras de la Caridad y la Catedral, encontrando así un importante apoyo entre todos los cristianos.
Muchos niños se quedan huérfanos
“La guerra no discrimina a nadie”, dice la hermana Yeshua. Hace poco, una de las hermanas que continúa en Siria, escribía contando cómo los niños quedan profundamente afectados por la guerra. Muchos de ellos se han quedado huérfanos de madre. Los dibujos que pintan reflejan el dolor que sufren: una flor traspasada por un cuchillo que destila gotas de sangre.
“Muchos cristianos arriesgan cada día su vida por ir a misa”, cuenta la religiosa. Y se acuerda del anciano de 87 años que camina diariamente 45 minutos para recibir la Eucaristía. “Guardo con especial cariño el recuerdo de este anciano. En una ocasión le dije que ante esas circunstancias, no era necesario ir a misa todos los días, bastaba solo con acudir los domingos. Él me miró con sorpresa y me dijo: usted no entiende nada. Si me pasa algo voy derecho al Cielo”.
La oración es lo que les da fuerzas para poder sobrellevar esta situación con alegría. “Humanamente lo han perdido todo, pero espiritualmente han ganado mucho más”, explica la religiosa. “Es el caso de Bernardette, viuda, madre de tres hijos, dos de ellos luchando en el frente, uno de ellos secuestrado hace ya más de un año y aún así, sus ojos reflejan un brillo esperanzador inexplicable. Situaciones como estas son las que han llevado a la gente a aferrarse más a Dios, a ver el verdadero sentido de la vida”.
La hermana Yeshua pide a los cristianos de occidente que no permanezcamos inmóviles: "No podemos ser indiferentes ante lo que está pasando. Si ellos son felices con nada, ¿por qué nosotros no?”.
religionconfidencial.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario