Escribe Nuria Chinchilla: Lo que ya tenemos encima es un suicidio demográfico que nos traerá graves consecuencias; no por mirar hacia otro lado dejarán de ser reales en algún tiempo. Es cuestión de números.
Nacen muy pocos niños en Occidente… y en medio mundo… Toys “R” Us quiebra y dice que es a causa del invierno demográfico! ¿O ya es suicidio? ¿Qué hay de verdad en ello?
¿Son los bebés la consecuencia no deseada e inesperada del encuentro sexual? ¿Por qué, cuando hablamos de educación sexual en los colegios, presuponemos que hablamos de evitar el embarazo? En un interesante artículo, publicado en The Sunday Telegraph, el político británico Daniel Hannan, parlamentario europeo, periodista y escritor, pone el dedo en la llaga: la educación que estamos dando a nuestros hijos es 180º incorrecta, nos equivocamos de medio a medio, porque es un tema de valores fundamentalmente humanos.
Pero no hay apoyos: el Estado no apoya la natalidad, más bien parece penalizarla, porque en España se dedica la mitad de lo que está dedicando la media europea en ayudas a las familias, si tomamos como referencia el PIB nacional. Las empresas buscan evitar el coste que supone ser padres. Pero, ¿qué empresa merece ser llamada así si no es capaz de integrar la paternidad y la maternidad? Y muchas personas dan preferencia a otros aspectos de su trayectoria, querrían tener más hijos de los que tienen, pero priorizan otras metas: terminar una carrera, hacer un máster, comprar vivienda… Al final podéis ver un vídeo ruso sobre el tema, lo cual nos demuestra que el reto es el mismo en todo el mundo.
Hemos llegado al otro extremo del péndulo y ha llegado el momento de enseñar en las escuelas cómo tener hijos, no cómo evitarlos. Aunque parezca un grandísimo contrasentido, por el elevado número de embarazos adolescentes y un planeta considerado por muchos “superpoblado”, en realidad es justo lo contrario: una vez más, nuestros miedos no se corresponden con los hechos. Y los hechos son que la tasa de natalidad desciende en todos los continentes −y no solo en Occidente−.
Hace unos días, asistí a la presentación del libro Suicidio demográfico en Occidente y medio mundo. ¿A la catástrofe por la baja natalidad?, que Alejandro Macarrón, fundador y director de la Fundación Renacimiento Demográfico, acaba de publicar. Alejandro y yo compartimos trabajo en la comisión de estudio sobre invierno demográfico del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
El libro “aborda uno de los fenómenos más peligrosos de nuestro tiempo: la insuficiente natalidad de los países occidentales y de muchas naciones de otras raíces culturales, las consecuencias de que nazcan tan pocos niños, sus causas y posibles soluciones. Afirmar que tiende a la extinción una sociedad en la que cada año nacen menos niños no es una profecía alarmista e infundada. Es matemática elemental, al alcance de un niño de diez años. Y hasta desaparecer por completo: una nación infecunda está abocada a perder población, a envejecer más y más, a empobrecerse en los planos económico y afectivo, a que su democracia degenere en gerontocracia, y a perder relevancia internacional”.
Y no pretende asustar, como señala Joaquín Leguina en el prólogo: “Es un aviso pertinente y conviene conocerlo”. Es obvio que, en según qué materias, nuestra sociedad prefiere mirar hacia otro lado, fingiendo que no sabe, no ve, no oye.
Veamos por ejemplo lo que ocurre en algunas comunidades españolas, según el autor:
Nuevo desplome de la natalidad vasca: de enero a septiembre de 2017, 7,5% menos nacimientos, y 8,8% menos en el caso de bebés de madre española. Son menos que en 1941 (año muy duro), primer año de la serie histórica completa del INE, cuando en el País Vasco no se llegaba al millón de habitantes (ahora, más del doble). Y eso pese a que la Comunidad Autónoma vasca da las mayores ayudas a la natalidad de España, tiene una tasa de paro del 6% al 7%, inferior a la media española, y cayendo.
En Navarra, la otra Comunidad Foral y asimismo con mucho menos paro que la media española, los datos de nacimientos del primer semestre de 2017 -los últimos publicados- también son de desplome: 8% menos nacimientos que en el primer semestre de 2016, y 10% menos en el caso de las navarras españolas, porque crece el porcentaje de hijos de madres inmigrantes.
En Cataluña señala que:
- Alrededor del 20% de la población catalana son inmigrantes extranjeros (16% según el INE enero 2017) o nacidos en Cataluña con padres extranjeros (4-5% según estimación elaborada con INE y Eurostat).
- Un 25% de los menores de 65 años es inmigrante extranjero o hijo de los mismos.
- Más del 40% de los habitantes en Cataluña menores de 15 años tiene al menos un padre nacido en el extranjero. En provincias como Gerona ya sería el 50%.
Hay también algunas iniciativas positivas. El Gobierno Vasco de Íñigo Urkullu ha propuesto el 21 de octubre de 2017 un gran pacto demográfico con el fin de incrementar las tasas de natalidad. Beatriz Artolazábal −Consejera de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco− afirma que “una sociedad avanzada, abierta y sostenible” necesita tasas de natalidad más altas. “El concepto familia es sinónimo de amparo, apoyo incondicional, proximidad, proyecto de vida y organización social… La familia sigue emergiendo como un elemento fundamental” y es necesario “consolidar la familia como una estructura de desarrollo personal”. Por eso “es imprescindible que sea decididamente protegida… La sensibilidad para apoyar a la familia y a sus entornos constituye ya una prioridad social y pública” (El Mundo, 21 de octubre de 2017).
La Conferencia de Presidentes Autonómicos de 2017 −celebrada el 17 de enero− abordó el reto demográfico entre otros acuerdos. Destaca una propuesta del gobierno socialista del Principado de Asturias sobre la necesidad de una activación demográfica y otra del gobierno popular de Castilla-León contra la despoblación. La Conferencia alcanzó un acuerdo publicado en el que se afirma que “en España se aprecian cada vez más claramente los efectos de una baja natalidad, la disminución del número de jóvenes y un acusado proceso de envejecimiento”. Efectivamente, hay 10 Comunidades Autónomas “con saldo vegetativo negativo y, por primera vez en muchos años, en 2015 ha sido mayor el número de defunciones que el de nacimientos en España”. Las proyecciones anuncian 5,3 millones de habitantes menos en 2066, el 11,6% de la población.
¿Qué se puede hacer? Macarrón propone algunas estrategias o actitudes, que agrupa siguiendo los tres colores del semáforo:
- Roja: No hacer nada. Afortunadamente, crece la conciencia de que hay que hacer algo.
- Amarilla: Capear el temporal e irse adaptando a las consecuencias del proceso de suicidio demográfico, por ejemplo, ahorrando; acometiendo reformas estructurales, inversiones e innovaciones; alargando la vida laboral; exportando e invirtiendo en mercados aún no afectados negativamente por la demografía; explotando productos y servicios necesarios para personas mayores; mudándose a países con mejor perfil demográfico-económico (algunos países europeos, EEUU e Iberoamérica).
- Verde: Tratar de solucionar el problema demográfico, con las siguientes soluciones: que tengamos más hijos, la única solución verdadera, y una gestión seria de la inmigración extranjera.
Un gran sí a la vida se impone, con líneas estratégicas como las siguientes:
- Concienciación masiva del problema, junto con un profundo conocimiento basado en datos rigurosos y objetividad.
- Dar prioridad al asunto y compensar gran parte del dinero que los padres invierten.
- Fomentar un cambio en los valores y las leyes contrarias a las políticas pro-natalidad.
- No dejar todo esto en manos solo del Estado. Toda la sociedad debe implicarse.
Como asegura Vincenzina Santoro, de la American Family Association of New York y representante de la ONU en la CPO (Comisión de Población y Desarrollo) −también en la línea de trabajar los valores− estamos ante un “éxito” desorbitado de las políticas de planificación familiar, un éxito “inverso”, porque aunque desde la ONU hablan de que “el final de la alta natalidad está cerca”, lo que ya tenemos encima es ese suicidio demográfico que nos traerá graves consecuencias. No por mirar hacia otro lado dejarán de ser reales en algún tiempo. Es cuestión de números.
El nuevo embajador de Noruega ante la citada comisión de la ONU dijo: “No podemos aceptar, bajo ningún concepto, que el uso de la religión o los llamados valores tradicionales sean una excusa para desproveer a la mujer de sus derechos”. Pero parece olvidar que no hay nada más tradicional, en la tradición de la historia de la humanidad, que procrear. Innumerables estudios avalan y demuestran que este deseo de tener hijos está inscrito en lo más profundo, básico e inamovible del corazón humano, masculino y femenino. Durante décadas, el objetivo de organismos como la ONU ha sido evitar hijos con la llamada planificación familiar, ampliando así la brecha entre los 2’5 hijos que desea la mujer y los 1’3 que en realidad tiene. Aquí podéis leer el estudio Maternidad y Trayectoria Profesional, que hemos realizado con Ordesa sobre el tema.
En un post en el blog del IFS norteamericano (Instituto para estudios de la Familia), Lyman Stone, investigador en dicho instituto y economista internacional del Departamento de Agricultura del Gobierno de EEUU, relaciona las corrientes en temas de matrimonio con la tasa de la fertilidad. Simplificando mucho, en el título de su artículo, “No ring, no baby” (“Sin anillo no hay bebé”), viene a resumir que se ve un mantenimiento, o hasta un incremento, en los índices de fertilidad por parte de parejas casadas. Concluye que las actuaciones gubernamentales e institucionales deberían, en parte al menos, ir dirigidas a promover el matrimonio para estimular la natalidad.
Hoy y mañana desde Chile, en el II Encuentro Regional IFREI, con más de 170 participantes de empresas latinoamericanas, seguimos trabajando en maneras de hacer factible natalidad, familia, trabajo, vida. El I Encuentro tuvo lugar hace dos años, en este post recogimos las buenas prácticas de empresas comprometidas.
Os dejo con el vídeo que os anunciaba antes, donde se ve cómo priorizamos aspectos de nuestra trayectoria en detrimento de la maternidad/paternidad… hasta que quizá es demasiado tarde. La causa de fondo es un problema de valores.
Nuria Chinchilla, en blog.iese.edu. / almudi.org
Juan Ramón Domínguez Palacios / http://enlacumbre2028.blogspot.com.es
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