LA VERDAD DEL NIÑO
Antonio Orozco
Arvo.net, 17.12.2010
En su libro La bendición de la Navidad[1], Benedicto XVI cuenta la historia del árbol de navidad más antiguo que se haya conservado en todo el mundo. Este árbol viene a ser algo así como la imagen del altar mayor de la iglesia del Christkindl (del Niño Jesús), situada en las afueras de la ciudad de Steyr, en el norte de Austria. «La historia del árbol se remonta hasta el año 1694. En ese entonces, Steyr había recibido un nuevo campanero y director de coro que sufría de epilepsia, la «enfermedad de las caídas», como lo consigna con candidez la crónica. El hombre había aprendido en Melk, de donde era oriundo, la veneración del Niño Jesús. Así pues, colocó en la cavidad de un abeto de mediana altura una imagen de la Sagrada Familia y cultivó frente a esa imagen sus prácticas de piedad, que le proporcionaban fortaleza y consuelo. Después, se enteró de la existencia de una imagen del Niño Jesús que había traído la curación a una monja paralítica. Finalmente, recibió una reproducción exacta de esa imagen: un Niño Jesús de cera que sostiene en una mano la cruz y en la otra la corona de espinas. El hombre llevó esa imagen al árbol, rezó frente a ella su devoción y sintió que de ella emanaba una fuerza sanadora. Poco a poco, los hombres de la zona fueron enterándose y comenzaron a peregrinar al Niño Jesús del árbol. Imponiéndose a los titubeos de las autoridades eclesiásticas de Passau lograron que se construyera en torno al árbol una pequeña iglesia. Así, en 1708 se colocó la piedra fundamental de la iglesia del Christkindl, que fue erigida por los arquitectos más célebres de esa época en Austria siguiendo el modelo de Santa Maria Rotonda de Roma. La iglesia se ha convertido de alguna manera en una preciosa envoltura del árbol, del cual surgen el altar y el sagrario: el árbol sigue conteniendo el pequeño Niño Jesús de cera, que, con corona y rodeado de rayos dorados, entraña promesa y esperanza para los hombres.
El árbol de la vida reencontrado
Ese árbol sugiere al Papa el árbol de la vida que aparece en el relato bíblico del paraíso. Se sobreentiende la historia de la caída de los orígenes. La absurda declaración de independencia de los primeros padres respecto al Creador. Rompieron libremente su vínculo con Dios y así el árbol de la vida, la inmortalidad, recibida en aquel estadio como don «preternatural», quedó fuera de su alcance. Ahora, dice el Papa, «ese árbol es María con el fruto bendito de su vientre, Jesús. Pero Jesús está allí como niño, inerme, en ademán de invitación, como 'Emanuel', un Dios al alcance de la mano, un Dios para tratar de 'tú'. Él nos invita a su casa, a nosotros, que en un sentido muy profundo sufrimos todos de la 'enfermedad de las caídas'. Una y otra vez somos incapaces de andar y de estar interiormente erguidos. Una y otra vez caemos, no tenemos el dominio de nosotros mismos, estamos alienados y carecemos de libertad. »
La iglesia rotonda subraya esa misma afirmación. El octógono circular es la forma clásica de la iglesia bautismal, que retoma a su vez antiquísimas tradiciones religiosas: la cueva y la construcción redonda que sugieren el seno materno, el misterio del nacimiento. Así, la construcción remite de nuevo a María, a la Iglesia, a nuestro bautismo y nuevo nacimiento. Interpreta para nosotros lo que significa que Dios se haya hecho niño. Interpreta lo que significa la frase de Jesús a Nicodemo: «Si no naces del agua y del Espíritu no puedes entrar en el reino de Dios». Y en este contexto tiene también su lugar la otra frase de Jesús: «Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos».
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario