Todo el Mensaje del Santo Padre es una invitación a los jóvenes, y a todos los cristianos, a todos los hombres a trabajar por la paz, por la justicia, respetando la verdad del hombre, la verdad de ser a "imagen y semejanza" de Dios, de ser hijos de Dios
No tengo la menor duda de que el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, que el Papa leerá el próximo 1 de enero de 2012, será comentado con profusión, y dará mucho que hablar. Espero que también dé mucho que pensar, y que muchas personas reflexionen sobre el contenido.
«Esta es la cuestión fundamental que hay que plantearse: ¿Quién es el hombre? El hombre es un ser que alberga en su corazón una sed de infinito, una sed de verdad —no parcial, sino capaz de explicar el sentido de la vida— porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Así pues, reconocer con gratitud la vida como un don inestimable lleva a descubrir la propia dignidad profunda y la inviolabilidad de toda persona. Por eso, la primera educación consiste en aprender a reconocer en el hombre la imagen del Creador y, por consiguiente, a tener un profundo respeto por cada ser humano y ayudar a los otros a llevar una vida conforme a esa altísima dignidad».
Todo el Mensaje es una invitación a los jóvenes, y a todos los cristianos, a todos los hombres a trabajar por la paz, por la justicia, respetando al verdad del hombre, la verdad de ser a "imagen y semejanza" de Dios, de ser hijos de Dios.
Y, a la vez, una invitación a todos los constituidos en autoridad: padres, profesores, maestros, ... a educar a los jóvenes en un profundo amor a esa Verdad del hombre y sobre el hombre —esa Verdad que Dios mismo ha sembrado en su espíritu al darles la vida; y que todos los gobernantes, públicos y privados han de respetar—, y no pretender imponer sus ideologías personales, sus caprichos de un día, sus "libertades", que no son más que simples manipulaciones de los mejores deseos y anhelos de hombres y mujeres en camino de formación.
Sin el respeto a esa Verdad del hombre, toda intento de educar cae en el vacío. Si la Libertad no está al servicio de conocer y de vivir la Verdad; el joven se desorienta —y el adulto, también— porque queda a merced de sus impulsos, de sus gustos, de las ráfagas de su espíritu, momentáneas y transitorias.
Educar, en definitiva, en el sentido más profundo que invita Benedicto XVI es ayudar a hombres y mujeres que comienzan sus andares por la vida social, familiar, política, a descubrir la "conciencia": «En lo más íntimo de la conciencia el hombre descubre una ley —la ley moral natural— que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz lo llama a amar, a hacer el bien y huir del mal, a asumir la responsabilidad del bien que ha hecho, y del mal que ha cometido».
¿Se puede trabajar por la paz y por la justicia en una sociedad en la que hay parlamentarios que no tienen en cuenta su "conciencia" a la hora de votar, y se someten como esclavos a las indicaciones de partido; en la que hay jueces que resuelven contra su "conciencia", porque ceden a las presiones de políticos sin "conciencia"; en la que hay maestros, profesores que, en contra de su "conciencia" pretenden imponer una ideología en contra de la "conciencia" de sus alumnos; en la que hay algún arzobispo —¿tiene conciencia?— que no se atreve a borrar de la lista de centros abortivos, dada por el gobierno de la provincia, a hospitales en los que la diócesis tiene una "cierta" participación?
«Sólo en la relación con Dios comprende también el hombre el significado de la propia libertad». Una libertad vivida plenamente en "conciencia".
En estos días celebramos la venida a la tierra del Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo. Quizá verlo en el Portal de Belén nos ayude a todos a descubrir la "voz de Dios", la "Verdad de Dios", en nuestra conciencia, y actuar en "conciencia", para sembrar paz y justicia. Y Santa y feliz Navidad.
Ernesto Juliá Díaz
ReligionConfidencial.com
ReligionConfidencial.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario