Hoy, 11 de marzo, se cumplen cien años del nacimiento de monseñor Álvaro del Portillo, obispo, primer sucesor de San Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, institución de la Iglesia Católica. Es buen día para agradecer a Dios el don de su vida santa, su ejemplo, y su servicio a la Iglesia y a la sociedad, especialmente la ayuda prestada a innumerables personas al proponer, en continuidad con San Josemaría, la santidad a todos los cristianos: una santidad buscada en medio del mundo, a través del trabajo y de las circunstancias de la vida ordinaria.
Tuve la inmensa dicha de conocer a don Álvaro, como le llamábamos familiarmente, y de tratarle de cerca, en especial durante mis años de estudio en Roma. De sus manos recibí la ordenación sacerdotal. Me impresionó mucho su personalidad. Su ejemplo y sus enseñanzas han dejado una profunda huella en mi vida. Dios le concedió grandes cualidades. Tenía varios doctorados: en Ingeniería de Caminos, en Filosofía y Letras y en Derecho Canónico. Impresionaba su inteligencia y su profunda humildad. Supo hacer rendir los talentos y ponerlos al servicio de los demás.
Era un hombre de gran fe, una fe que obraba por la caridad: sabía querer. Saltaba a la vista su gran bondad, su mirada llena de ternura, su trato educado y amable, su reciedumbre y firmeza de carácter, su alegría constante, su profunda paz que transmitía serenidad. Fue un hombre fiel: fiel a Dios, a la Iglesia y al Papa, a San Josemaría, a sus amigos y colegas, a sus parientes, a todas las personas que trató. Su vida estuvo centrada en Cristo, a quien conoció con profundidad, le amó y reflejó en su conducta. Abundantes testimonios confirman lo anterior.
Como Jesús, don Álvaro amó especialmente a los pobres, a los enfermos y a los jóvenes. Al servicio de ellos desarrolló una vasta labor en los cinco continentes, promoviendo muchas iniciativas sociales y educativas. En Guatemala alentó el desarrollo de varias instituciones, entre las que cabe destacar el centro técnico laboral Kinal y el centro de formación para la mujer Junkabal, situados en las cercanías del relleno sanitario de la capital.
Estuvo en Guatemala en dos ocasiones: en febrero de 1975, acompañando a San Josemaría, y en mayo de 1983, siendo prelado del Opus Dei. En ambos momentos le vi feliz de estar en nuestro país. Nos alentó a ser magnánimos en el servicio al prójimo. Lo vi desvivirse y servir a las personas que trató en diversas reuniones y encuentros, atento a nuestras preguntas e inquietudes. Rezó por Guatemala y su gente. Se acercó a visitar a nuestra Señora del Rosario en su basílica en la zona 1 de la capital. Allí se celebrará una misa el 22 de marzo para recordar su tránsito al cielo hace 20 años. Cuando falleció en Roma, el papa Juan Pablo II acudió el mismo día a rezar ante sus restos mortales: apreciaba mucho su colaboración y servicio.
El 28 de junio del 2012, Benedicto XVI declaró las virtudes heroicas, y el 5 de julio del 2013, el papa Francisco aprobó el decreto sobre un milagro atribuido a don Álvaro. Muchas personas acuden a él: con frecuencia recibo cartas y relatos de favores concedidos por Dios a través de su intercesión. Su beatificación será el 27 de septiembre de este año, en Madrid, su ciudad natal. Será un acto que dará gloria a Dios y hará bien a la Iglesia y a muchas personas. Quienes deseen conocer más acerca de su vida y sus enseñanzas pueden consultar una nueva y reciente página en internet: www.alvarodelportillo.org
Hace poco recibí la felicitación de un obispo que escribe: Esta beatificación alienta el camino hacia Dios, pues el reconocimiento eclesial de la santidad del fundador y su colaborador principal y sucesor es un reconocimiento más de la Iglesia al camino trazado por ellos. En efecto, no son pocos los cristianos que están siguiendo esta senda, buscando a Dios en su vida cotidiana, y tratando de dejar una huella profunda de servicio al prójimo, una aportación a la paz social y a la construcción de un mundo mejor. Y principalmente buscando trascender hacia la eternidad, siguiendo su ejemplo. Gracias, don Álvaro.
FRANCIS WURMSER. Vicario regional del Opus Dei en Guatemala
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