Goleman, psicólogo de Harvard, identifica el éxito en la vida con un conjunto de habilidades (Inteligencia emocional) que incluye el conocimiento de uno mismo y de los demás, el autocontrol y la capacidad de motivarse.
Muchas veces el grado de dominio emocional marca la diferencia entre quien lleva una vida equilibrada y quien hace de su vida un fracaso. Cuando conseguimos educar nuestros sentimientos alcanzamos la armonía de nuestras facultades personales.
Cabeza y corazón. ¿qué lugar ocupa el corazón en la vida de las personas? Debe haber un equilibrio entre cabeza y corazón, esto es: hay quen tener un buen corazón guiado por la razón. No bastan los buenos sentimientos: hay que aprender a amar, que es aprender a hacer el bien (“discite benefacere”) y esto supone superar el egoísmo, es decir, ejercitar la voluntad, esforzarse.
Muchas persona toman las decisiones motivadas sólo desde el corazón. Y ciertamente “el corazón tiene cosas que decir “el corazón tiene razones que la razón no entiende” dice Pascal. Hay que tener cuidado, hay que educar los sentimientos. Dice Aristóteles: “el hombre bueno no sólo quiere el bien, sino que también se alegra de hacer el bien”. Hay que “acostumbrar al corazón a amar el bien que propone la inteligencia” o de lo contrario la libertad será arrastrada por los sentimientos o por los instintos.
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