Intervención en el Sínodo de los obispos de la Dra. Anca-María Cernea, médico del Centro de Diagnóstico y Tratamiento Víctor-Babes y Presidenta de la Asociación de Médicos Católicos de Bucarest (Rumania)
Santidad, Padres Sinodales, Hermanos y Hermanas:
Represento a la Asociación de Médicos Católicos de Bucarest, y pertenezco a la Iglesia católica griega de Rumania. Mi padre fue un líder político cristiano, encarcelado por los comunistas durante 17 años. Mis padres estaban comprometidos y a punto de casarse, pero su boda solo pudo realizarse 17 años más tarde de lo previsto. Mi madre esperó todos esos años a mi padre, aun cuando ni siquiera sabía si seguía vivo. Fueron heroicamente fieles a Dios y a su compromiso. Su ejemplo demuestra que la gracia de Dios vence las circunstancias sociales más terribles y la pobreza material.
Nosotros, como médicos católicos, defendiendo la vida y la familia, podemos ver que esto es, antes que nada, una batalla espiritual. La pobreza material y el consumismo no son la primera causa de la crisis familiar. La causa principal de la revolución sexual y cultural es ideológica.


Nuestra Señora de Fátima ha dicho que los errores de Rusia se expandirían por el mundo entero. Primero se hizo de forma violenta, con el marxismo clásico, asesinando a decenas de millones. Ahora se está haciendo principalmente a través del marxismo cultural. Hay una continuidad desde Lenin hasta la revolución sexual, a través de Gramsci y la escuela de Frankfurt, llegando a nuestros días por la actual ideología de género y los derechos homosexuales.
El marxismo clásico pretendió rediseñar la sociedad a través de la violenta expropiación de la propiedad. Ahora la revolución apunta a mayor profundidad; pretende redefinir la familia, la identidad sexual y la naturaleza humana. Esta ideología se llama a sí mismaprogreso. Pero no es nada más que la propuesta de la antigua serpiente de que el hombre tome el control, reemplace a Dios, y alcance la salvación aquí, en este mundo. Es un error de naturaleza religiosa: es el gnosticismo.
Es tarea de los pastores identificarlo y advertir al rebaño de su peligro. Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás se os dará como añadidura. La misión de la Iglesia es salvar las almas. El mal, en este mundo, viene del pecado. No de la desigualdad de ingresos económicos o del cambio climático. La solución es evangelización y conversión. No un control gubernativo creciente. No un gobierno mundial. En nuestros días hay agentes poderosos que imponen el marxismo cultural a nuestras naciones, bajo la forma del control de la población, la salud reproductiva, los derechos de los gays, la educación de género, y otras cosas por el estilo. Lo que el mundo necesita actualmente no es limitación de la libertad, sino libertad real, liberación del pecado, salvación.
Nuestra Iglesia fue suprimida por la ocupación soviética. Pero ninguno de nuestros doce obispos traicionó su comunión con el Santo Padre. Nuestra Iglesia sobrevivió gracias a la determinación de nuestros obispos y a su ejemplo en resistir las cárceles y el terror. Nuestros obispos pidieron a sus fieles que no siguieran al mundo, que no cooperaran con los comunistas. Ahora necesitamos que Roma le diga al mundo: Arrepentíos de vuestros pecados y volved a Dios, porque el Reino de los Cielos está cerca.
No sólo nosotros, los laicos católicos, sino también muchos cristianos ortodoxos están rezando ansiosamente por este Sínodo. Porque, como dicen ellos, si la Iglesia Católica deja entrar al espíritu del mundo, la resistencia será muy difícil para el resto de los cristianos.
Anca-María Cernea
Fuente: vatican.va (Boletín de la Santa Sede del 16-X-2015).
Traducción de Luis Montoya.