Juntos digamos "no" al odio, a la venganza, a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de la religión.
Francisco se ha manifestado en numerosas ocasiones, negándose a identificar la violencia con el Islam, no hay islámicos violentos, ni tampoco católicos violentos. Propone una cultura del encuentro, intentando tender puentes entre todos los humanos, de modo que cada uno pueda encontrar en el otro no un enemigo, no un contendiente, sino un hermano para acogerlo y abrazarlo. Para él, el diálogo con las religiones adquiere un significado singular porque, en su opinión, no se puede ignorar a los otros en la verdadera experiencia de Dios. Habla de intensificar el diálogo con las otras religiones, especialmente con el islam. Esto solo es posible, si los potenciales interlocutores implicados salen de sí mismos, exteriorizan lo que son, dan a conocer su modo de ser y lo revelan a través de la acción.
La actitud pasiva no es propia de una “mística de ojos abiertos”, es necesario compromiso con las realidades de este mundo para transformarlas, sobre todo aquellas más necesitadas, donde el abandono y el olvido están más presentes. No es una novedad de Francisco, ya estaba en la agenda de Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero su voz ha resonado con más contundencia, en 50ª Jornada Mundial de la Paz, comentó: “Ninguna religión es terrorista”; “la violencia es una profanación del nombre de Dios”. El yihadismo es un fundamentalismo nada religioso, “rechaza a Dios, relegándolo a mero pretexto ideológico”.
El llamado “Estado Islámico, es violento y fundamentalista. Estado que defiende el terrorismo, desde una corriente fundamentalista y supremacista, que proclama la superioridad sobre otras religiones y formas políticas. Esta forma radical, muy apoyada desde Arabia Saudita, es radical, pero el Islam mucho más amplio que esta corriente específica. Algunos radicales de esa corriente, desde esa supremacía que defiende, le han añadido la actuación violenta y terrorista, hace que ese salafismo musulmán se convierta en yihadismo.
Juan Antonio Mateos
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