Escribe Juan Manuel de Prada:
Estimado Pablo: Me sobresaltó la noticia del nacimiento prematuro de tus hijos, Manuel y Leo; y desde entonces no he dejado de rezar por ellos, mientras los imagino en la incubadora –cachorrillos frágiles, livianos como un vilano, palpitantes como una estrella– y os imagino a Irene y a ti desvelados, custodiando su respiración.
Estimado Pablo: Me sobresaltó la noticia del nacimiento prematuro de tus hijos, Manuel y Leo; y desde entonces no he dejado de rezar por ellos, mientras los imagino en la incubadora –cachorrillos frágiles, livianos como un vilano, palpitantes como una estrella– y os imagino a Irene y a ti desvelados, custodiando su respiración.
He leído que Leo y Manuel nacieron con veintiséis semanas, apenas cuatro más que los niños que la ley española considera amasijos de células. Quienes hemos tenido hijos prematuros sabemos bien que no son amasijos de células, sino personas irrepetibles que nos interpelan.
He descubierto, sin embargo, que nadie escucha políticamente esa interpelación: la derecha hipócrita finge hacerlo cuando no gobierna, porque así pesca votos de incautos; y la izquierda soberbia zanja el debate con una desenvoltura y una falsa autoridad irritantes, utilizando como único argumento la «libertad de la mujer sobre su cuerpo». Pero el problema es mucho más complejo.
No sé si una mujer que se desprende de su hijo es completamente libre; pues, con frecuencia, tendemos a llamar libertad al único camino que se nos ofrece. Y no nos preguntamos nunca quién nos ofrece malévolamente ese único camino, a la vez que nos ciega todos los demás. ¿A quién conviene que una mujer aborte? Conviene, desde luego, al contrato basura, conviene al alza del precio de la vivienda, conviene al consumismo bulímico, conviene a las viles intenciones contraceptivas de muchas empresas.
Resulta evidente que al capitalismo no le convienen los cuidados, las atenciones, los vínculos indestructibles que genera un hijo. Cuando David Ricardo formuló su célebre «ley de bronce de los salarios», advirtió de que si los trabajadores tenían hijos serían más pugnaces en la exigencia de subidas salariales. Y, en efecto, cuando no tenemos hijos, nos conformamos con salarios más bajos. Las sociedades fecundas luchan con ardor por el porvenir de sus hijos; las sociedades estériles se miran el ombligo (o bien miran las pantallitas de Apple, Nintendo o Netflix, que es lo que conviene al capitalismo).
Contra esta nueva forma de esclavitud nos advirtió Pier Paolo Pasolini, comunista clarividente y gran detractor del aborto: «El neocapitalismo se presenta taimadamente en compañía de las fuerzas del mundo que van hacia la izquierda. En cierto modo, él mismo va hacia la izquierda. Y yendo (a su modo) hacia la izquierda tiende a englobar todo lo que marcha hacia la izquierda».
Y es que el capitalismo, como nos enseña el cínico Hayek, tiene su propio «cálculo de vidas»; y para garantizar su subsistencia necesita el «sacrificio» de algunas. Me pregunto, estimado Pablo, si desde la izquierda, al defender con tanta desenvoltura el aborto, no habréis caído en la trampa y ayudado al capitalismo a cuadrar su «cálculo de vidas».
Cada vez que unos padres –me permitirás la paráfrasis de un autor al que tú también admiras– contemplan a través del cristal de la incubadora la delicada piel de su hijo recién nacido, piensan que ese niño tiene que vivir en un hogar limpio; y porque tiene que vivir en un hogar limpio, piensan que ellos deben recibir unos salarios dignos; y porque deben recibir unos salarios dignos, piensan que no debe permitirse la usura; y porque no debe permitirse la usura, piensan que debe haber distribución de la riqueza; y porque debe haber distribución de la riqueza, piensan que deben rebelarse. Cuando falta ese hijo, la última serie de Netflix basta para desinflar todas las rebeliones.
Considera, por favor, estas cuestiones, mientras custodias junto a Irene a tus cachorrillos. En su respiración diminuta se contiene la esperanza del mundo.
abc.es
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Juan Ramón Domínguez
Palacios / http://enlacumbre2028.blogspot.com.es
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