"Nuestra época -señala el periodista Ignacio Aréchaga- tiene una actitud ambivalente en torno al suicidio. Algunos sectores piden la legalización del suicidio asistido como si fuera lo más chic en materia de “muerte digna”, el gesto último en el que el ser humano afirma su autonomía y renuncia a una vida de la que ya no espera nada.
Pero cuando se produce el suicidio de algún famoso, como en estos días los de la diseñadora Kate Spade, el chef Anthony Bourdain o el DJ Avicii, no celebramos su libertad, sino que lo sentimos como una pérdida y nos preguntamos qué pudo llevarle a esa decisión desesperada. Siempre es inquietante descubrir que el éxito no garantiza por sí solo la satisfacción de una vida digna de ser vivida.
Pero el suicidio de los triunfadores es solo la punta noticiosa de un fenómeno que en algunos países se ha convertido en un problema de salud pública. En EE.UU., la tasa de suicidios ha crecido un 25% desde 1999 hasta alcanzar los 13,42 por 100.000 habitantes, lo cual supone volver a los niveles de los años 80. Casi 45.000 americanos se suicidaron en 2016, el doble de los muertos por homicidio.
La tasa ha ido creciendo en todos los grupos de edad y en ambos sexos, si bien los que se llevan la peor parte son los hombres blancos, a quienes corresponden 7 de cada 10 suicidios. La mayor tasa se da entre personas de mediana edad (45-54 años), por delante de los mayores de 85. Da la impresión de que hay más un problema de vida digna que de muerte digna".
serpersona.info
Juan Ramón Domínguez
Palacios / http://enlacumbre2028.blogspot.com.es
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