Escribe Pablo Cabellos: En la segunda proposición del título nos tropezamos con el mundo estatista tan enraizado en el marxismo.
La primera proposición del título procede de un escrito que circula por las redes del que no me gusta su anonimato. Me sirve el contenido porque suma bastantes verdades, todas de tenor político. Aquí se buscarán las que se puedan juzgar por la ética que destilen. Para eso está previsto lo indicado en la segunda proposición, no planteada con referencia a nadie sino en sí misma.
Aquí nos tropezamos con el mundo estatista tan enraizado en el marxismo. Giner de los Ríos comentó su sorpresa al escuchar aquel famoso: Libertad, ¿para qué?; algo que el comunismo ha tratado de edulcorar llegando a decir que Lenin era su amante. Todo es posible según la idea que se tenga del libre arbitrio. De hecho el PSOE se proclamó partido marxista hasta el órdago de Felipe González para eliminarlo, lo que no impide que trate de dar la presidencia de Radio y Televisión Española a un partido de raíz comunista.
Sin embargo, no ha bastado para olvidar el prurito de que, en determinados modos de pensar, gentes con referencias de izquierda dan por supuesto que ahí está la moral indiscutible: no hay nada que demostrar, está y basta. Y se lanzan ideas como que la Sanidad y la Educación deben de ser patrimonio del Estado, porque con ellas −se dice− no se puede hacer negocio.
No siempre son negocio, pero si ahorran al erario público ¿qué impide que sean negocio? Pues lo impide un axioma, un principio nunca demostrado, que lesiona la libertad. Y estoy tratando de ética. No precisamente ética cristiana, sino de siglos precedentes, la de Platón, Aristóteles, Sócrates. Toda la Ética Natural está ahí, pero acabo de señalar una herejía: Natural. Se desecha lo natural porque postula una naturaleza esencialmente igual a todo ser humano y que es la igual clave de sus deberes y derechos.
Ese escrito aludido al principio dice que no importa que se lleve a Franco y a José Antonio del Valle de los Caídos, pero que quizá antes debería ocuparse de que el Gobierno recobre los más de 500.000 kilos de oro del Banco de España, que fueron saqueados para enviar a la URSS y a México. No entro al tema.
También se escribe de la necesaria petición de perdón a los hijos y nietos de los fusilados por ser católicos y a la Autoridad Eclesiástica por los 4.184 sacerdotes diocesanos, 2.365 frailes, 283 monjas y 11 obispos torturados y eliminados. Aquí hay algo que no me gusta: los católicos de a pie son tan Iglesia como el resto; y los restantes también tienen familiares dolidos. Pero aunque sea muy real y ponga asuntos en su sitio, no me gusta un discurso que induce a las dos Españas, felizmente enterradas en nuestra transición política. Eso puede constituir falta de ética. En mi propia familia (hubo en los dos bandos) mis padres lo sepultaron desde el principio.
Otros problemas éticos son bien actuales y, como acaece tantas veces, con notables contradicciones, fruto de la consideración de que lo ético ya lo marco yo en lugar de buscarlo en las fuentes más acertadas. Aparte de los temas de Educación y Sanidad, más graves son la eutanasia, el aborto y una buena parte de la ideología de género adoptada. Aquí están los principales asuntos en que cierta izquierda se piensa dogmática, en propiedad de una verdad poseída como modelo de toda verdad. No hay nada que justificar.
No se logra entender que la tutela de los animales sea mayor que la de los humanos engendrados. Hace tiempo, se inventó el asunto del pre-embrión: La propia autora confesó presiones y se retractó. Y es que hoy día el feto tiene un progresivo reconocimiento por parte de la ciencia biológica y médica para que no podamos declarar lo que una política afirmó: es un ser vivo, pero no es un ser humano. No será un buey o una serpiente. Pensamiento único.
Está sobre el candelero la aprobación de la eutanasia porque dar facilidades para quitarse la vida emerge como lo más progre. Mi cuerpo es mío, dicen las abortistas. Y algo parecido pueden afirmar los que desean el suicidio asistido. Aun sin la consideración de que el cuerpo es de Dios, basta pensar que no nos hemos donado el que tenemos: nos remite a todas las generaciones que nos preceden: nadie se auto-embaraza ni siquiera con fecundación in vitro, que es otro modo de escapar a la naturaleza humana.
Por otro lado, los expertos señalan que existen diferencias entre eutanasia, suicidio asistido y limitación del esfuerzo terapéutico. La eutanasia y el suicidio asistido se producen por una acción deliberada e intencionada de producir la muerte. No es así en la limitación del esfuerzo terapéutico dirigido a paliar el dolor aun sabiendo que adelantará la muerte.
Se dice que Sócrates bebió la cicuta para convertirse en el hombre moderno pero no es cierto: fue condenado a beber la cicuta. Esto nos conduciría a las guerras y a la pena de muerte. Nadie las quiere. ¿Incongruencia? Seguramente, aunque no resulte lícito condenar conductas sino por quien corresponda. Pienso que me corresponde escribir de ética.
Pablo Cabellos Llorente, en lasprovincias.es./ almudi.orgJuan Ramón Domínguez
Palacios / http://enlacumbre2028.blogspot.com.es
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