martes, 6 de mayo de 2014

Familia y educación en la fe


   El Documento de Aparecida (V Conferencia del CELAM, 2007), cuyo redactor principal fue el hoy Papa Francisco, desea dar un impulso renovador a la evangelización en América Latina. 

   Al mismo tiempo contiene orientaciones teológico-pastorales útiles para toda la Iglesia y puede ser considerada como una de las “fuentes” del actual pontificado. En ese contexto se sitúan sus reflexiones y sugerencias sobre la educación en la fe, especialmente las dirigidas a las familias y a la escuela. 



La familia debe retomar su responsabilidad, con la ayuda de todos


            1. Ahí se constata cómo, a partir del desarrollo actual científico-tecnológico, “los medios de comunicación han invadido todos los espacios y todas las conversaciones, introduciéndose también en la intimidad del hogar”. Aunque no se niega el avance que supone en muchos campos, sin embargo se afirma, de un lado, que ese desarrollo afecta al núcleo más profundo de cada cultura, constituido por la experiencia religiosa, y dificulta la transmisión de la fe, particularmente a través de la familia. Más en general, también afecta a la transmisión de la sabiduría de las tradiciones. Y todo ello “hace que las personas busquen denodadamente una experiencia de sentido que llene las exigencias de su vocación, allí donde nunca podrán encontrarla” (n. 39).

            2. Esto hace necesario que la familia retome su responsabilidad particularmente en la educación de la fe: “En el seno de una familia la persona descubre los motivos y el camino para pertenecer a la familia de Dios. De ella recibimos la vida, la primera experiencia del amor y de la fe. El gran tesoro de la educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la transmite y testimonia. Los padres deben tomar nueva conciencia de su gozosa e irrenunciable responsabilidad en la formación integral de sus hijos”.  

            Ciertamente la familia no está sola en esta tarea que la sobrepasa, sino que está arropada por la Iglesia, familia de Dios. Por ello, todos los cristianos, de acuerdo con nuestra condición y circunstancias, dones, ministerios y carismas, somos responsables de la educación en la fe: “O educamos en la fe, poniendo realmente en contacto con Jesucristo e invitando a su seguimiento, o no cumpliremos nuestra misión evangelizadora” (n. 287)

3. La familia, en todo caso, tiene una prioridad en esa tarea; máxime en la cultura latinoamericana, centrada –en contraste con otras culturas– en los valores de la vida y de la familia, de las personas y de la comunicación entre ellas. Lo dijo así Benedicto XVI en el Discurso inaugural de la Conferencia en Aparecida: 



La familia, tesoro de los pueblos latinoamericanos 

      “La familia, ‘patrimonio de la humanidad’, constituye uno de los tesoros más valiosos de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es espacio y escuela de comunión, fuente de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente”.  


4. Con la conciencia de ese tesoro valioso, los padres y madres de familianecesitan ayuda en su papel de “primeros catequistas”, proporcionándoles “espacios formativos, materiales catequéticos, momentos celebrativos” que les permitan cumplir su misión educativa. Una misión que tiene diversos aspectos:

“La familia, pequeña Iglesia, debe ser junto con la parroquia el primer lugar para la iniciación cristiana de los niños. Ella ofrece a los hijos un sentido cristiano de existencia y los acompaña en la elaboración de su proyecto de vida, como discípulos misioneros” (n. 302). 

“Es además un deber de los padres, especialmente a través de su ejemplo de vida, la educación de los hijos para el amor como don de sí mismos y la ayuda que ellos le presten para descubrir su vocación de servicio, sea en la vida laical como en la consagrada” (n. 303).



A partir de las experiencias de la vida diaria


5. La base para esa formación de los hijos como discípulos de Jesucristo –se añade– son las experiencias de la vida diaria en familia. “Los hijos tienen  el derecho de poder contar con el padre y la madre para que cuiden de ellos y los acompañen hacia la plenitud de vida. La catequesis familiar, implementada de diversas maneras, se ha revelado como una ayuda exitosa a la unidad de las familias, ofreciendo además una posibilidad eficiente de formar a los padres de familia, los jóvenes y los niños, para que sean testigos firmes de la fe en sus respectivas comunidades” (Ibid.)

Iniciación cristiana y misionera, educación del amor, del servicio y del testimonio. No se puede decir más en menos palabras, sencillas y profundas, sobre el papel educador de fe en la familia en el contexto de la evangelización.

Ramiro Pellitero

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