miércoles, 29 de junio de 2016

Sentimentalismo tóxico

El discurso de Dalrymple es muy claro: la sustitución de la lógica racional por el sentimentalismo pseudo (auto) compasivo no depara más que injusticia, violencia y brutalidad. Las principales víctimas son los niños, podridamente mimados por una educación huera de virtudes y exigencia, pero también sale perdiendo la sociedad en su conjunto con sus industrias de lagrimeo mediático, de construcción victimaria pret-a-porter, y de limosneo irreflexivo. Ello llega, lamentablemente, hasta la misma acción supuestamente ilustrada en la política y en la judicatura, quedando la justicia, la equidad o la imparcialidad arrumbadas en el trastero de los recuerdos.

Nuestro constructo imaginario está dominado por la iconografía barata y falsa del papel cuché y la solidaridad estúpida del to-er-mundo-e-gueno que deja la culpa libre de responsabilidad y al arbitrio del subjetivismo más burdo. Es la eclosión del “buenismo” degenerado en una ingenuidad culposa y dañina. El triunfo de los planteamientos de Singer y compañeros.  

El sentimentalismo lo domina todo y nubla la realidad mientras que ninguno de los grandes retos que tiene planteada la humanidad, ni la pobreza, ni la desigualdad, ni la seguridad, pueden solventarse con sus herramientas. Dalrymple ciertamente pone el dedo en la llaga si bien no aporte soluciones de calado y el peso del texto sea, como se dice ahora, light.

Por José Pérez Adán
serpersona.info

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