Muchos de los modos de expresarse del Papa Francisco no tienen pretensiones magisteriales y sí un marcado acento pastoral, por lo que lo mejor es no conformarse con un rápido titular de algún medio de comunicación pronto a provocar el escándalo, sino acudir a una fuente directa y fiable
Uno de los hitos que han marcado estos primeros meses del pontificado de Francisco es la abundancia y el interés de lo que el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha designado como un “nuevo género del lenguaje papal”. Su índole, más “conversacional” que formal, responde en primer término al carácter personal del actual Papa, pero adquiere un gran impacto público.
Se expresa sobre todo en las homilías matutinas durante la celebración de la Santa Misa en la Casa de Santa Marta, así como en las entrevistas que ha concedido a algunos medios de comunicación, en los tweets que envía con periodicidad y que cuentan con numerosísimos seguidores, e incluso en las llamadas telefónicas que hace por propia iniciativa.
En sentido estricto, no todo es nuevo: ya Benedicto XVI hizo uso del twitter, por ejemplo; y tanto él como el beato Juan Pablo II se sirvieron del formato de la entrevista para expresar sus opiniones. Tampoco puede olvidarse la trilogía del Papa emérito acerca de Jesús de Nazaret, continuando su labor teológica anterior.
Muchos de esos modos de expresarse el Papa Francisco no tienen pretensiones magisteriales, y sí un marcado acento pastoral. El sentido común de los fieles suple, con total naturalidad, lo que la ocasión no permita o haga superfluo decir expresamente en algún caso. La riqueza de los contenidos es evidente sobre todo en las homilías de cada mañana, tan sugerentes por su cercanía al texto evangélico y lo acertado de tantas expresiones sintéticas acuñadas por el Papa como resultado de su meditación y reflexión personales.
La misma caridad pastoral mueve a Francisco a adaptarse a la ocasión y a las necesidades del interlocutor. De esto ha de hacerse cargo quien después recibe noticia, como al leer las entrevistas concedidas en los dos últimos meses (o “la entrevista”, pues la segunda no parece que fuera autorizada por el Pontífice). Para eso, lo mejor es no conformarse con un rápido titular de algún medio de comunicación pronto a provocar el escándalo, sino acudir a una fuente directa y fiable.
Y considerar las circunstancias particulares de la ocasión, así como, finalmente valorar el contenido en el contexto global de lo que la Iglesia enseña: una referencia básica, que Francisco trajo a colación cuando al regreso de la JMJ en Brasil le preguntaron su opinión sobre el aborto: es “la de la Iglesia. Soy un hijo de la Iglesia”.
Es claro que no tiene la menor intención de cambiar la doctrina de la Iglesia, y también lo es que, como escribe el prestigioso analista Guido Horst, “sabe como cualquier pastor que cuando se ha apagado la fe no tiene ningún sentido azotar al caballo por detrás, y comenzar la nueva evangelización por la doctrina moral de la Iglesia, sino que hay que poner de nuevo los fundamentos: la fe en Dios, el conocimiento del amor y la misericordia del Padre y de la obra salvadora de Jesucristo”.
En definitiva, quien dispone del conocimiento de la fe y busca una información completa, dispone de claves de comprensión que le sitúan a salvo de ignorancias, inquietudes y manipulaciones
Revista Palabra /Almudí
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