Decía Herbert von Karajan (1908 - 1989), uno de los más destacados directores de orquesta austriacos del periodo de la posguerra, que “el fanatismo es una mezcla de estrechez de miras y energía explosiva”. El fanático carece de amplios horizontes, se encierra rencoroso en un punto de vista limitado. A esto le añade energía altamente explosiva aun a costa de su propia vida.
Esta mezcla de rigidez y fuerza bruta es muy peligrosa. El fanatismo solo es corregible a través de una educación cívica que contemple la tolerancia y fomente el respeto y la libertad de los demás. Con una firmeza democrática basada en los valores del respeto mutuo podemos erradicar el fanatismo y sólo con la educación podremos prevenirlo.
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