Joseph Pearce leyó a Chesterton en la cárcel; eso le cambió la vida y le acercó a la fe católica - Foto: Gonzalo Pérez |
Muchos asistentes destacaron la influencia de Chesterton, converso al catolicismo, en la conversión de C. S. Lewis, el autor de «Crónicas de Narnia», su afinidad con los hobbits del siempre católico J. R. R. Tolkien, famoso por «El Señor de los Anillos» y su cercanía al poeta Roy Campbell, un autor que se bautizó católico en España, en vísperas de la Guerra Civil, y que ocultó en su casa de Toledo los manuscritos originales de San Juan de la Cruz cuando mataron a sus amigos, los carmelitas de la ciudad. El mundo anglosajón lo recuerda por sus sátiras en «La Georgíada».
«Tolkien, Chesterton y Roy Campbell compartían su gratitud hacia la vida, una alegría de vivir ligada a una gran humildad», explica a LA RAZÓN Joseph Pearce, que ha escrito biografías sobre cada uno de estos autores, todas ellas publicadas en español. « Tenían claro que el enemigo era el orgullo, y la alabanza, la respuesta. Expresaban un deseo de alabar a Dios en su creación y en su creatividad. También les unía su catolicismo y un gran escepticismo hacia la ilustración y el concepto de progreso. Optaron por tres caminos literarios distintos. Chesterton era periodista; Campbell, poeta y Tolkien se decantó por la narrativa fantástica». Esta visión de la vida justifica que el congreso clausurado ayer en la Universidad San Pablo CEU celebrase actos como la mesa redonda sobre «La filosofía del humor y la cerveza».
«El hombre eterno»
Pearce recomienda a quien quiera adentrarse en Chesterton que lea «El hombre eterno», pero añade que para entender a este periodista incisivo e ingenioso puede ser bueno abordar su biografía «Apóstol del Sentido Común», en LibrosLibres. Cuando murió, su amigo Hilaire Belloc anunció que su papel en la literatura dependería del lugar de la Iglesia Católica, como en una era oscura: «Chesterton, Tolkien, Lewis, la Odisea, la Ilíada... todos pueden resultar inaccesibles en una época oscura, de información instantánea, en la que ya no se lea, o pueden ser luz en esa oscuridad», vaticina Pearce. Señala que, por ejemplo, lo que más ha envejecido en las películas de «El Señor de los Anillos» es lo que parecía más moderno y menos relacionado con el escritor: los efectos especiales. Además, lamenta que «en ocasiones la reina Galadriel se parece a una bruja en la película, mientras que Tolkien la imaginaba más bien como una imagen de la Virgen María».
Pearce tiene además una deuda personal con Chesterton. Él era un joven inglés, violento y anticatólico, encarcelado por conductas vandálicas, cuando leyó a Chesterton en prisión. Aquello cambió su vida y le llevó al catolicismo. Ahora da clases de literatura en Ave Maria University, en Florida. También Dale Ahlquist, presidente de la American Chesterton Society explicaba en el congreso que «Chesterton me trajo a la Iglesia Católica y cambió mi vida. Siempre pasan cosas buenas cuando alguien empieza a leer a Chesterton y tiene contacto con sus ideas», aseguró Ahlquist.
Roy Campbell: «España salvó mi alma»
La biografía de Pearce sobre el poeta Campbell (en LibrosLibres) es un recorrido apasionante por el decadente círculo literario inglés de Bloomsbury y Virginia Woolf que el autor abandonó para ir a vivir a España. Allí, su esposa (que había sido amante de Vita Sackville-West) y él, impactados por la fe sencilla y alegre de los campesinos de Altea (Alicante), se bautizaron católicos y se comprometieron con la fe hasta su muerte. Su traducción al inglés de San Juan de la Cruz nunca fue superada.
LA RAZÓN
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