.
«Rezad por el Papa. No ha querido nada para sí mismo, únicamente desea nuestra ayuda, nuestro afecto, y esto nos debe llevar a rezar cada día por él». Con estas palabras, Mons. Javier Echevarría inició el encuentro celebrado con más de 3.000 personas en el Gran Teatro de Roma el pasado día 26.
A la pregunta de un estudiante de Filosofía, que quería saber cómo responder a la llamada a la evangelización de Papa Francisco, ha dicho: «El Papa nos ha invitado a llegar a las periferias del mundo. Es muy importante que vayamos a ayudar a los más necesitados, que visitemos a los enfermos, que lleguemos también a las periferias que están cerca de nosotros».
«Vayamos entre la gente, con la humildad de quien se pone al servicio de los otros sin esperar nada. No para enseñar, sino para aprender de los demás».
El Prelado ha puesto como ejemplo la disponibilidad del Papa Francisco, «quien llegó a Roma para participar en el Cónclave con la idea de estar aquí algunos días y luego regresar a Buenos Aires. No esperaba ser elegido, y en cambio, se está dando por completo, dejándose la vida en el nuevo servicio al que ha sido llamado».
Un matrimonio le ha preguntado sobre la responsabilidad de los padres en el crecimiento humano y espiritual de los hijos. «Para hacer apostolado con otros matrimonios y con los hijos −ha dicho el Prelado− es necesario en primer lugar amar al cónyuge, crear una relación donde el amor crece día a día, un amor que los demás puedan ver con sus propios ojos: donde los hechos dejen ver que cada día el marido quiere más a la mujer y viceversa».
«Los hijos tienen que ver que os queréis, así como tienen que verlo otras parejas amigas. Recordad que la vocación al matrimonio no es una vocación de menos importancia que la vocación a la vida consagrada o al sacerdocio: es igual de digna porque la ha querido Dios para la mayor parte de sus hijos».
La última pregunta ha servido para recordar a don Álvaro del Portillo, quien será beatificado próximamente: «Se hacía querer por su disponibilidad y amabilidad. Una vez, cuando era universitario, le atacaron cuando regresaba de dar una clase de catequesis en un barrio periférico de Madrid. Le hirieron en la cabeza con una llave inglesa. Esa herida, durante muchos años, le causaba periódicos dolores de cabeza muy fuertes, pero él sabía transformar ese dolor en un sacrificio a Dios, y así las ofrecía por sus intenciones».
Al final de la tertulia, Mons. Echevarría saludó a algunos matrimonios con sus hijos, muchos de los cuales le manifestaron que participarían también en la Jornada de las Familias convocada por el Santo Padre esa misma tarde en la Plaza de San Pedro.
opusdei.org / almudí
No hay comentarios:
Publicar un comentario