lunes, 7 de octubre de 2013

Sufro de depresión

    Buen análisis de Javier Fumero en ECD sobre las depresiones que se padecen actualmente en la sociedad.  Incluye un vídeo con las confesiones de Kevin Breel, un joven cómico deprimido.

Este verano coincidí con un amigo psiquiatra y le pude plantear una cuestión que llevaba tiempo rondándome la cabeza. ¿Qué está pasando? ¿A qué responde este auge de las enfermedades mentales al que asistimos? ¿Es un fenómeno nuevo? ¿O siempre han estado ahí pero nadie les prestaba tanta atención? Intentaré recoger aquí, de forma sintética, su respuesta. Fue, más o menos, la siguiente.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que el progreso científico ofrece ahora medios técnicos nunca vistos. Esta tecnología ha supuesto una revolución también en este campo. Ofrece, por ejemplo, más posibilidades para el estudio y análisis del cerebro y su comportamiento.
El escáner es un instrumento de finales de los años 80. Hasta ese momento, apenas se sabía nada acerca de nuestra mente. Entonces, empezaron a descubrirse pautas, alteraciones y patologías que se ignoraban hasta esa fecha.
Pero es cierto. Esta sociedad contemporánea en la que vivimos está demostrando ser un caldo de cultivo ideal para enfermedades psíquicas inéditas. ¿Por qué? Porque nuevos son también los desafíos. Me habló de tres campos específicos: la educación, los medios tecnológicos y las nuevas formas de vida.
A. La educación. Me apuntó tres aspectos de esta sociedad desarrollada que generan trastornos en la personas. 1. Entender que a los niños hay que darles todo lo que pidan, todo lo que reclaman. Surgen así crisis personales en adolescentes y adultos incapaces de soportar la contrariedad; no están preparados para que las cosas se tuerzan. 2. Las personas están acostumbradas a pulsar un botón y obtener satisfacción. Se está perdiendo la cultura del esfuerzo. En ese clima han crecido. Otra fuente de frustración y angustia. 3. Los videojuegos transmiten una sensación equivocada sobre el error: siempre es posible volver a empezar sin pagar precio alguno. Los chicos se vuelven así irresponsables. Con los trastornos que eso provoca después.
B. Las nuevas tecnologías. Internet, el móvil, las tabletas… suponen un gran avance, una revolución, pero culturalmente los medios tecnológicos también están provocando la aparición de nuevas patologías. La rapidez de satisfacción genera ansiedad. Aparecen nuevas adicciones. Se está provocando una quiebra en las relaciones interpersonales (sustituidas por los chats, los mensajes, la presencia virtual…). Falta silencio y reflexión, nos estamos volviendo superficiales.
C. Las nuevas formas de vida. Todo a nuestro alrededor ha cambiado. Cada vez hay más vida en la ciudad y menos en el campo, con lo que esto último tenía de reparador. La competencia laboral no tiene parangón con el pasado: ese frenesí por obtener más y mejores resultados es también el germen de un sinfín de congojas. Vivimos una vida más precaria: el empleo no es un valor seguro, soportamos deudas asfixiantes y nuestro futuro es cada vez más incierto. Ahora tenemos más información que nunca, un conocimiento más global que nunca: pero ¿estamos preparados sicológicamente para llevar ese peso?
Hasta aquí la conversación con mi amigo. Pues bien. A todo esto, hoy le añado un nuevo componente a tener en cuenta: el estigma social.
Hace unos días pude ver un vídeo que me ha dejado una honda impresión. Es este que les dejo aquí debajo. Creo que no tiene desperdicio. Yo le he puesto por título “Sufro de depresión”, porque esa es la historia que contó el pasado mes de mayo un chico de 19 años llamado Kevin Breel.
elconfidencialdigital

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