Weiler |
«Nunca he estado más de 10 años en un mismo sitio», afirma Joseph Weiler con una voz extrañamente parecida a la de Leonard Cohen. Sus pobladas cejas le confieren un aspecto fiero que se esfuma al hablar: su sentido del humor supera al entrecejo.
Hijo y nieto de rabinos, por sus venas corre sangre de sionistas polacos y rusos. Su madre nació en el Congo belga y se educó en un convento católico, «¡donde decía Moisés en vez de Jesús!». Dirigió una unidad de 11 tanques en Israel, y ahora da clases en la Universidad de Nueva York.
Está considerado como uno de los mayores expertos del mundo en la Unión Europea, pero su pasión es la literatura. «Mi mejor libro es una novela», afirma en referencia a Der Fall Steinmann, un bestseller en Amazon. Ahora prepara la segunda: «La literatura es el acceso más profundo a la condición humana, por eso la amo».
Esta entrevista empezó en Pamplona, donde fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Navarra, y terminó en Madrid. En medio, varios correos sobre su querida Europa. El miércoles por la noche, un día antes del baile griego, supo adelantarse a los pasos de Yorgos Papandreu.
Es usted un ciudadano del mundo con una fuerte identidad judía. ¿Por qué le resulta tan importante el aspecto religioso?
Hay varias respuestas a esa pregunta. Una es la familia en la que crecí. Otra, que perdí a dos hermanos defendiendo al pueblo judío. ¿Y quién soy yo para romper un contrato de 5.000 años? Le hice la circuncisión a mi segundo hijo con mis propias manos.
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