El pasado
sábado por la mañana el Papa Francisco encontró a miles de
representantes de los medios de comunicación social en el Aula Pablo VI
del Vaticano: más de cinco mil hombres de prensa radio y televisión que
en estas semanas han llegado a Roma para cubrir el Cónclave y la
elección del Pontífice
El Obispo de Roma explicó que eligió el nombre Francisco, inspirado en el santo de Asís: pensando en los pobres, en la paz y en la Creación y porque querría «una Iglesia pobre y para los pobres». El Santo Padre agradeció a la prensa el «servicio cualificado» que ha realizado estos días tras la renuncia de Benedicto XVI el 11 de febrero… «han trabajado, ¿eh?», dijo también sonriendo...
Este sábado por la mañana el Papa Francisco encontró a miles de
representantes de los medios de comunicación social en el Aula Pablo VI
del Vaticano −más de seis mil− de prensa radio y televisión que en estas
semanas han llegado a Roma para cubrir el Cónclave y la elección del
Pontífice. Sus palabras fueron recibidas con grandes aplausos.
El Papa Francisco dijo que los ojos del mundo se han centrado
estos días en la Ciudad eterna y de manera particular en este
territorio, cuyo baricentro es la tumba de Pedro… Y ha dado las gracias
de manera particular a los periodistas que han sabido observar y
presentar los eventos de la historia de la Iglesia de estos días en el
Vaticano teniendo en cuenta la perspectiva con la que se deben leer: la
perspectiva de la fe…
«Los eventos eclesiales no son más complicados que los políticos o
los económicos, pero tampoco responden a una lógica de aspectos
mundanos... Quizá por ello no es fácil comunicarlos», ha explicado el
Papa. «La Iglesia aun siendo una institución humana, no tiene una
naturaleza política sino esencialmente espiritual: es el pueblo de Dios.
El Santo Pueblo de Dios que camina hacia el encuentro con Cristo».
Luego, de forma espontánea, el Obispo de Roma explicó cómo eligió el nombre de Francisco:
«Algunos no sabían por qué el Obispo de Roma ha querido llamarse
Francisco. Algunos pensaban en Francisco Javier, en Francisco de Sales, y
también en Francisco de Asís. Yo les cuento la historia: en la
elección, tenía a mi lado al Arzobispo emérito de San Pablo, y también
Prefecto emérito para el Clero, el Cardenal Claudio Hummes: un gran
amigo, ¡un gran amigo! Cuando la cosa se volvía un poco peligrosa, el me
consolaba, ¿no? Y cuando los votos subieron a los dos tercios, llega el
acostumbrado aplauso, porque el Papa ha sido elegido. Y él me abrazó, y
me dijo: “¡No te olvides de los pobres!”. Y esa palabra entró aquí: los
pobres, los pobres. Inmediatamente después, con relación a los pobres,
pensé en Francisco de Asís. Después pensé en las guerras, mientras el
escrutinio proseguía, hasta alcanzar todos los votos. Y Francisco es el
hombre de la paz. Y así, vino el nombre a mi corazón: Francisco de Asís.
El hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y
custodia la Creación. En este momento en que nosotros no tenemos con la
Creación una relación tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este
espíritu de paz, el hombre pobre… ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y
para los pobres!.
Después, algunos hicieron algunas bromas, ¿no? “Pero, tu deberías
llamarte Adriano. Porque Adriano VI fue el reformador, es necesario
reformar…”. Y otro me dijo: “No, no: tu nombre debería ser Clemente”.
“¿Pero por qué?”. “Clemente XV: ¡así te vengas de Clemente XIV que había
suprimido la Compañía de Jesús!”.
Son bromas… Los quiero mucho, les agradezco todo lo que han
hecho. Y pienso en su trabajo: les deseo que trabajen con serenidad y
con frutos, y que conozcan cada vez más el Evangelio de Jesucristo y la
realidad de la Iglesia. Los encomiendo a la intercesión de la
Bienaventurada Virgen María, Estrella de la evangelización. Y les deseo
lo mejor a ustedes y a sus familias. Y les imparto la bendición a todos
de corazón. Gracias.
Les dije que les daba de corazón la bendición. Como muchos de
ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes, de
corazón doy esta bendición, en silencio, a cada uno de ustedes,
respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de
ustedes es hijo de Dios. ¡Que Dios lo bendiga!
Almudí
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