Mientras tanto se esmeraba con denuedo en insistir en que el
Cristianismo era Platonismo para el pueblo y en que fomentaba al pueblo
una moral propia de esclavos, tales como, la humildad, la obediencia, la
pobreza, el sacrificio, la debilidad o la compasión.
Cuando Nietzsche sostuvo que Dios no creó al hombre sino el hombre a
Dios, alguien lo siguió y a ese alguien, a su vez, le siguieron muchos
otros, hasta que semejante pensamiento desplazó al anterior expandiendo
cual pandemia la mayor enfermedad del alma a la que Viktor Frankl
denominó "vacio existencial", esto es, la pérdida del sentimiento de que
la vida es significativa y cuya consecuencia última conduce a
configurar al hombre como un ser liberado de ataduras, en constante
búsqueda de cosas que le llenan el corazón de hastío y acaban
instaurando una civilización de la inmanencia.
Al respecto decía Solzhenitsyn al negarnos aceptar un poder superior
inmutable que nos supera hemos colmado el vacío a golpe de imperativos
personales y súbitamente nuestra vida se ha vuelto espeluznante y esta
desesperación espeluznante no hace sino agravarse en una época como la
nuestra postmoderna y tecnificada, que ha acentuado la incomunicación y
deshumanización de nuestras de nuestras relaciones y desestructurado la
vida moral.
SER PERSONA
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