miércoles, 13 de febrero de 2013

La libertad religiosa que Obama no comprende

   El gobierno de Obama ha intentado cerrar la polémica en torno al llamado “mandato anticonceptivo” haciendo una concesión a las instituciones religiosas. Pero la jugada le ha salido mal porque quienes objetan por los mismos motivos sin ser organizaciones religiosas (dueños de empresas familiares, sobre todo) no se van a retirar de la batalla legal y política. Tampoco van a hacerlo los obispos de EE.UU., ya que consideran que el mandato sigue vulnerando la libertad religiosa de los individuos.

   Fruto de la ley de reforma sanitaria, el “mandato anticonceptivo” imponía a los empleadores la obligación de financiar anticonceptivos, la píldora del día siguiente y la esterilización en los seguros médicos de sus empleados para que estos usaran esos servicios sin que les costase nada. Los empleadores que se negaran a hacerlo serían multados y perderían ciertas deducciones fiscales.


   Para justificar esta carga sobre los empleadores, el gobierno de Obama alegó razones de salud pública: el objetivo era reducir lo más posible el número de embarazos no deseados. El acceso gratuito a los métodos anticonceptivos permitiría reducir esa cifra, sobre todo entre los más pobres para quienes el copago puede ser un obstáculo.

   Pero los contrarios al mandato contraargumentaron: que el gobierno quiera garantizar para todas las mujeres –cualquiera que sea su lugar de trabajo– el acceso gratuito a la contracepción, la píldora del día después y la esterilización no le da derecho a obligar a los empleadores a violar sus conciencias forzándoles a financiar servicios que vulneran sus convicciones morales o religiosas.
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   Con los 44 juicios pendientes contra el mandato, el gobierno de Obama ha decidido no arriesgarse y mover ficha antes de agosto. La nueva “solución de compromiso”, que hizo pública el pasado 1 de febrero, ofrece a las instituciones religiosas lo que no se atrevió a ofrecer en la primera: las exonera de la imposición de cubrir en los seguros de sus empleados anticonceptivos, la píldora del día después y la esterilización.

     A partir de ahora, las instituciones religiosas podrán ofrecer a su plantilla un plan de seguros sin esos servicios. Los empleados recibirán sin coste alguno una póliza complementaria que los cubra; será suministrada por una aseguradora y financiada por el gobierno, si bien no está claro de dónde va a sacar el dinero para financiarlos.

    Da la impresión de que, con este ajuste, Obama pretendía dos cosas: blindar el mandato frente a las demandas que cuestionan si vulnera la libertad religiosa y, de paso, sacar a los obispos católicos del debate. Pero estos, en coherencia con la línea argumental que han planteado hasta ahora, no están dispuestos a retirarse.

El artículo completo lo tenéis en la web de Aceprensa

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