martes, 16 de febrero de 2010

Conversos del siglo XX


Sin ningún ánimo de exhaustividad, vamos a hacer un repaso de algunos conversos que han tenido mayor impacto cultural. Nos limitaremos al área occidental. Sin olvidar nunca que la Iglesia está muy viva y crece en otras áreas geográficas, como Corea, el África subsahariana, la India, China o Taiwan. Donde también son frecuentes las conversiones, incluidas conversiones de intelectuales.

Nuestro objetivo es trazar una panorámica, que nos permita identificar un poco las dimensiones de este fenómeno. Vamos a agrupar a los conversos por áreas lingüísticas. Se trata de un criterio algo arbitrario, pero nos permitirá ordenarlos según una cierta homogeneidad cultural. Son individualidades que no siempre es posible conectar entre sí, como si formaran una red o una secuencia.

Lo más característico de una conversión es lo que tiene de relación personal con Dios, cosa que difícilmente se somete a clasificaciones. En todo caso, dividiremos la exposición en dos periodos: la «primera mitad» de siglo (que hacemos llegar hasta la preparación del Concilio Vaticano II; y la «segunda mitad», a partir de los años sesenta.

1) La veta francesa

La primera mitad de siglo significa en Francia un gran crecimiento de la presencia cristiana. Aunque esto no quiere decir que sea un crecimiento general, o que se hayan resuelto las dificultades culturales arrastradas desde la Revolución francesa y la instauración de un régimen republicano de fuerte sesgo laicista. El siglo XIX fue un siglo de renovación cristiana y de muchas fundaciones, después del tremendo trauma de la Revolución.

Entre muchos otros, llama la atención la actividad de un converso, el P. Lacordaire, refundador de los dominicos en Francia, después de que esta orden de tanto arraigo hubiera sido suprimida por la Revolución. Al inicio del siglo XX, tenemos una pléyade de grandes dominicos intelectuales. Y, en otro grado, lo mismo sucede en otras órdenes y congregaciones. Como muestra del vigor intelectual de la época, tan llena de personalidades, ha quedado un notable conjunto de obras enciclopédicas cristianas, además de una infinidad de revistas.

JUAN LUIS LORDA
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