lunes, 8 de febrero de 2010
SOY CREYENTE PERO NO PRACTICANTE
¿Quién no tiene un amigo o un pariente que, estando bautizado y creyendo en Dios, declara no ser practicante? ¿Quién no ha intentado explicarle la razón de nuestra esperanza y felicidad, pero sin conseguirlo?
Reproduzco una entrevista al Profesor Jesús Ortiz que acaba de publicar, en la Editorial EUNSA, una obra de gran actualidad en nuestro tiempo titulada, precisamente, “Creo pero no practico”.
¿Cómo explicaría el fenómeno de los creyentes no practicantes?
Todos conocemos personas que creen pero no practican, pues no participan en la vida de la Iglesia. Quizá buscan sinceramente a Dios, pero de un modo tan subjetivo que no garantiza encontrarle ni tratarle de veras. Unas veces fallan las creencias o están diluidas en un humanitarismo genérico, y otras veces falla la conducta, guiada más por las tendencias emotivas que por la fe en el Dios real.
Fallan las creencias, pues muchos tienen sólo una formación elemental de las verdades de la fe y de las prácticas católicas, que juzgan desde los recuerdos de infancia. Han evolucionado preparándose para una profesión, haciendo una carrera, pero su conocimiento de la identidad cristiana y de las prácticas católicas ha quedado estancado, atrofiado.
Por eso les invitaría a buscar a Dios y comprender mejor el valor de la religión, la racionalidad de la fe, y la identidad de los discípulos de Jesús de Nazaret. Por otra parte, no me atrevería a decir que los católicos practicantes son creyentes perfectos. Solamente los santos han alcanzado la meta de la perfección y felicidad en Dios, como premio a sus luchas por ser coherentes y su servicio a los demás.
Basta con recordar a Madre Teresa de Calcuta, Josemaría Escrivá, el Padre Damián, Sor Ángela de la Cruz, Maximiliano Kolbe, etc., por mencionar sólo a santos recientes. Pero, salvo los canonizados, todos los demás podemos considerarnos también creyentes no practicantes "del todo", siempre en proceso de formación. Por eso no pretendemos dar lecciones ni ser ejemplo de perfección, pero sí dar testimonio de que luchamos por practicar la fe cristiana, en privado y en público.
ARVO
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