viernes, 19 de febrero de 2010

El "caso irlandés"


Me han llamado la atención varios aspectos de la reunión que el Papa mantuvo en Roma, el 15 y 16 de febrero, con los obispos de Irlanda para tratar de la dolorosa cuestión del abuso de menores cometido por algunos sacerdotes en los pasados decenios.

Los sintetizo en estos tres: 1) la radicalidad con la que el Papa ha abordado el tema: no hay paños calientes ni consideraciones que puedan llevar a ocultar el dato objetivo de que se trata de crímenes; 2) el sentido de responsabilidad de los obispos irlandeses, que se asumen la culpa del fracaso para atajar eficazmente esos abusos (aunque en muchos casos, se trate de episodios lejanos en el tiempo); 3) la abundante cobertura informativa que se ha ofrecido de la reunión y la plena apertura a colaborar con la justicia civil.

Entre los numerosas crónicas y artículos publicados, me ha interesado lo que dice hoy Filippo di Giacomo en L'Unità, antiguo órgano del Partido Comunista Italiano. Se refiere a los prejuicios con que a veces se ha abordado el tema Iglesia y pedofilia, como si la culpa de los crímenes la tuviera el celibato. “En realidad, afirma, fuentes no confesionales fijan en el 0,3 por ciento el porcentaje de infamia para el clero católico, una cifra mucho más baja de la que afecta a otras categorías profesionales y a los ministros de otras religiones, los cuales al no ser católicos y al trabajar en tierras anglosajonas acaban –con toda justicia– ante los tribunales, pero son ignorados por la prensa, incluida la prensa católica”.

El veterano periodista Luigi Accattoli comentaba ayer en Liberal el dato positivo de que la Iglesia estuviera reaccionando, y enumeraba los pasos llevados a cabo por Benedicto XVI en estos casi cinco años de Pontificado. Anota Accattoli que ante el desolador panorama moral, la única institución que hace autocrítica es la Iglesia católica. Sin quitar nada a la gravedad de los casos, es significativo que “nuestra sociedad civil y política parece no advertir la corrupción omnipresente, el tráfico indecente y el prostíbulo que la están arrasando”.

Diego Contreras
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