jueves, 4 de febrero de 2010
LA PERSECUCIÓN DE LOS JUSTOS
¿Qué ocurre cuando la ley se disocia del sentido de la justicia? Ocurre que los justos se convierten en delincuentes; y que son perseguidos como tales.
Así la célebre sentencia summum ius, summa iniuria alcanza una nueva significación que el genio latino ni siquiera pudo vislumbrar; pues ya no se trata de que el rigor ciego de la ley, olvidándose de las especiales circunstancias en que debe ser aplicada, acarree una injusticia, sino de que la propia ley consagre y ampare la injusticia.
Este deslizamiento fatal de la ley es la perversión máxima del Derecho; y, en puridad, su destrucción definitiva, pues la ley desligada de la justicia se convierte en una formidable máquina de iniquidad cuyos engranajes no tardan en triturar a quienes se empeñan en guiarse por un sentido natural de la justicia.
Así le ha ocurrido al juez Ferrín Calamita, que entendió que el sentido justo de la institución jurídica de la adopción no es otro que restablecer, en interés del menor, los vínculos de filiación allá donde tales vínculos han sido funestamente destruidos. Pero la ley ha decidido colocar el interés del menor en posición subalterna frente al interés de los adoptantes, que así pueden esgrimir un injusto «derecho a la adopción».
Al intentar atender al interés del menor, el juez Ferrín se ha dado de bruces con la ley, que consagra y ampara la injusticia; y cínicamente ha sido condenado por prevaricar, esto es, por «cometer a sabiendas una grave injusticia». Aquí vienen como de molde aquellas palabras de Isaías: «¡Ay de los que a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!». Que en esto consiste amparar con la ley la injusticia.
Juan Manuel de Prada
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