viernes, 16 de abril de 2010

¡La familia, idiota, la familia!


La familia es la solución. Ahora te cuento cuál es el problema. El problema es la delincuencia y los suicidios juveniles. El problema es el fracaso escolar, la falta de seguridad en las aulas, las rupturas matrimoniales y las enfermedades psíquicas. El problema es la violencia de género, las adicciones y el futuro del sistema de pensiones español. El problema es que hay una generación que no quiere trabajar, los llamados ni-ni, y otra que no encuentra trabajo. En total: casi 20 por ciento de paro. Y suma y sigue. Ahora ya te he dicho la solución. Y también el problema.

Sin embargo, en España ponemos parches en lugar de soluciones. El desorden y la violencia juvenil la intentamos contener habilitando espacios en los que realizar botellones masivos. Por supuesto lo que se consigue es sólo que el desorden se produzca en un espacio físico acotado, pero no erradicar los excesos, y la falta de respeto hacia uno mismo y hacia los demás.

La violencia de género queremos erradicarla con cuentos políticamente correctos en los que no hay violencia y caperucita ya no es una niña, sino un ser humano de género neutro. Cuentos en los que, dicho sea de paso, no hay niñas agredidas al precio de que tampoco haya héroes. El fracaso escolar se intenta atajar bajando el nivel académico, con lo que se consigue que nadie fracase al triste precio de que nadie aprenda.

Y la solución es la familia. Recientemente hubo en el IESE una nueva conferencia del Social Trends Institute, que promueve estudios académicos a nivel global. Una de sus publicaciones recoge investigaciones que lo muestran bien claro: los niños educados en una familia con padre y madre unidos en matrimonio —vamos, lo que suele llamarse una familia— tienen menor riesgo de vivir en situación de pobreza, de fracaso escolar, y de acceder a empleo precario. Esos niños tienen menor riesgo de mortalidad infantil, y de mayores son menos proclives a abusar de drogas y alcohol.

Y es que ya lo dice el secretario de Estado británico para la Infancia, las Escuelas y la Familia en su informe del 2010: «Las familias fuertes y estables son la columna vertebral de nuestra sociedad. La familia provee a nuestros niños del amor y seguridad que necesitan para crecer y para explorar el mundo. Les dan la guía moral y la inspiración necesarias para conseguir su máximo potencial y para ser ciudadanos ejemplares».

En la familia se aprende que la justicia en las relaciones interpersonales no es suficiente para llegar a la plenitud. En la familia recibimos cuando no somos capaces de dar. Damos cuando el otro no será capaz de reciprocar a nuestro don. Y esto nos enseña, porque si en la sociedad sólo se vive la justicia... es una injusticia. Porque se maltrata a los más débiles. Porque abortamos a los enfermos. Y por ello aprobamos leyes que con un triste eufemismo denominamos de sedación terminal a la carta.

Recientemente leí que la familia es la cuna en la que recibimos la vida y el lugar donde renacemos continuamente por el amor. La idea puede ser tachada de cursi. Pero debe ser interiorizada por certera. En un país donde buscamos la eterna juventud, mejor facilitemos el desarrollo de familias fuertes donde cada uno sea capaz de renacer continuamente.

Mireia Las Heras, Directora Académica del Centro Trabajo y Familia del IESE

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