En una época actual en la que desde altas instancias públicas se prentenden recortar libertades fundamentales es oportuno repasar este estudio lúcido del Dr. Burke
¿Es libre el hombre?
Nunca como hoy se ha hablado tanto de la libertad del hombre. Si es de los temas actuales que más preocupan, ¿será porque hay más libertad en el mundo moderno? O acaso puede ser porque hay menos?[1]
Por una parte, se puede sostener, no sin razón, que nuestra libertad personal, en el campo individual, social, político y económico, se ve cada vez más reducida (sin ir más lejos, nos encontramos limitados por una serie de condicionantes que nos impone el Estado: controles económicos, impuestos, aparato burocrático, etc.).
Sin embargo, mucha gente mantendría que la libertad personal —la libertad en la conducta personal— va en aumento, por lo menos en las sociedades occidentales. Uno es más “libre” para hacer lo que le da la gana en algunas esferas del campo moral; por ejemplo, en todo lo que se refiere al sexo. Parece que la gente, en general, acepta menos restricciones en el campo sexual que antes. Aunque parece también que esta mayor “libertad” en la conducta no está dando, como resultado, una mayor felicidad en la vida, y uno se queda con la sensación de que es poco satisfactoria una libertad cuyo incremento no lleva a una mayor felicidad.
Otros niegan rotundamente la misma idea de libertad. El hombre no es libre. De hecho —afirman—, es un ser condicionado, y en sus acciones sigue unas normas dictadas por características hereditarias y por sus propias circunstancias. El hombre se engaña —dicen— cuando habla de su libertad.
Evidentemente, lo primero que tenemos que hacer es intentar aclarar esta cuestión[2]. Cuando hablamos de libertad, ¿hablamos de algo real, por difícil que sea definirlo, o hablamos de algo imaginario?
Cormac Burke
Capítulo del libro Conciencia y Libertad, Madrid 1976
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