
«Los  criterios supremos de verdad y de justicia, en el ejercicio maduro de  la libertad y de la responsabilidad, constituyen el horizonte donde  situar una auténtica deontología en el aprovechamiento de los modernos y  potentes medios de comunicación social»
     Con seguridad absoluta, hay voces muy autorizadas y potentes para solicitar a quien corresponda que Juan Pablo II sea proclamado patrono de los profesionales y académicos de la comunicación pública.
      Juan  Pablo II ha sabido entender y atender muy bien la naturaleza y  características de este fenómeno global de nuestros días, para llegar a  las cabezas y los corazones de millones de personas de toda edad y  condición intelectual y social, de todas las mentalidades.
      Solo  deseo poner por escrito y publicar, en este blog en un rincón de la  esfera global de comunicación, que no son pocos los profesionales y  académicos con los que he hablado y todos encuentran natural y normal  que esto sea así.
       Se  podrá razonar con unos u otros argumentos, pero si hay un santo (por el  momento, oficialmente beato) que ha practicado y promovido la  comunicación en modo global, éste ha sido Juan Pablo II.
      No es un testamento, pero pocos meses antes de fallecer, publicó esto, a propósito de la comunicación en nuestra aldea global:
    (...)  Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que  para muchos constituyen el principal instrumento de guía y de  inspiración en su comportamiento individual, familiar y social. Se trata  de un problema complejo, puesto que tal cultura, aún antes que por “los  contenidos”, nace por el hecho de que existen nuevos modos de comunicar  con técnicas y lenguajes inéditos.
    Vivimos  en una época de comunicación global, en la que muchos momentos de la  existencia humana se articulan a través de procesos mediáticos, o por lo  menos, con ellos se deben confrontar. Me limito a recordar la formación  de la personalidad y de la conciencia, la interpretación y la  estructuración de lazos afectivos, la articulación de las fases  educativa y formativa, la elaboración y la difusión de fenómenos  culturales, el desarrollo de la vida social, política y económica.
    Dentro  de una visión orgánica y correcta del desarrollo del ser humano, los  medios de comunicación pueden y deben promover la justicia y la  solidaridad, refiriendo con verdad y cuidado los acontecimientos,  analizando en modo completo las situaciones y los problemas, y dando voz  a las diversas opiniones. Los criterios supremos de verdad y de  justicia, en el ejercicio maduro de la libertad y de la responsabilidad,  constituyen el horizonte donde situar una auténtica deontología en el  aprovechamiento de los modernos y potentes medios de comunicación social  (...)
      No  es más que un deseo, éste de ver y tener a Juan Pablo II como patrono  de profesionales y académicos de la comunicación. Si hay alguien que lo  comparte y tiene idea de cómo promoverlo y llevarlo a cabo, bienvenidas  sean las adhesiones y sugerencias para difundir y hacer realidad esta  idea.
JUAN JOSÉ GARCÍA NOBLEJAS
SCRIPTOR / Almudí
SCRIPTOR / Almudí
No hay comentarios:
Publicar un comentario