Uno espera, al leer una revista científica, encontrar ciencia en ella, pero no es así en el caso que nos ocupa
     Therese Deisher es una científica americana que está sufriendo las consecuencias de la desnaturalización de Nature. En un artículo publicado en el número 156, volumen 470, del 10 de febrero pasado, escrito por Meredith Wadman,  esta corresponsal de la revista en Washington hace méritos para ser  contratada de inmediato por cualquier publicación de la llamada “prensa amarilla”.
      Uno  espera, al leer una revista científica, encontrar ciencia en ella, pero  no es así en el caso que nos ocupa, al menos en el artículo al que  hacemos referencia, en el cual la Dra. Deisher es vilipendiada de un  modo rastrero, simplemente por hacer uso de su libertad en el ejercicio  de su profesión científica: la doctora está a favor de la investigación  con células madre adultas y no le parece bien la investigación con  células madre embrionarias, sencillamente porque, como otros muchos  científicos, sabe que el embrión es un ser humano en su primera fase de  desarrollo. 
      Y,  actuando en consecuencia, junto con otro colega, ha denunciado al  gobierno americano en un intento de detener el gasto de millones de  dólares que se piensa dedicar a la investigación con células madre  embrionarias, con la consecuente disminución de las subvenciones para la  investigación con células madre adultas. De acuerdo con la información  que suministra el propio artículo, la denuncia está basada en que la  guía para la concesión de subvenciones para la investigación editada por  el Instituto Nacional de la Salud (NHI) contraviene una ley vigente, la enmienda Dickey-Wicker, que prohíbe subvencionar una investigación en la cual se destruyan embriones humanos.
      Esta  denuncia no ha gustado nada a muchos, entre ellos a Meredith Wadman y  por eso ataca a Deisher sin aportar ni un solo argumento científico.  Parece ser, a juicio de Wadman, que el hecho de que la científica  renegase de su fe católica y posteriormente haya vuelto a ella, la ha  convertido en un ser peculiar: se levanta temprano, reza el rosario  mientras pedalea en su bicicleta estática; vive en un mar de  contradicciones: mientras ella es pro-vida sus amigos son liberales... Y  uno se pregunta: pero ¿qué tiene todo esto que ver con las células  madre adultas o embrionarias? ¿qué tiene de malo que una persona durante  un tiempo piense que un embrión es un puñado de células y más adelante,  porque lo ha estudiado científicamente, lo vea como un ser humano?
      Si  Wadman se hubiera molestado en contestar el testimonio que Deisher  presentó ante el Tribunal para fundamentar su postura, entonces sí que  le habría resultado un artículo científico, pero no ha sido así. De ahí  que le haya salido un artículo de “prensa amarilla”.
      El testimonio de la doctora Deisher se dedica en gran parte a criticar la declaración del Dr. Collins, director del National Institutes for Health  en su defensa de la obtención de fondos para la investigación de  células madre embrionarias. No es este el lugar para estudiar a fondo la  declaración de Collins y el testimonio de Deisher, pero creo que son  muy ilustrativos dos de los párrafos del testimonio que no me resisto a  citar:
    «La  Declaración de Collins afirma que “se han llevado a cabo notorios  progresos al caer en la cuenta de los posibles beneficios de la  investigación con células madre embrionarias”. Por demás, esta  afirmación no está contrastada por ninguna evidencia fáctica (por  ejemplo, citas publicadas o ejemplos textuales), e ignora los  significativos fallos y los problemas asociados a la investigación con  células madre embrionarias que están identificados en el documento  administrativo, incluyendo que la investigación con células madre  adultas no conducirá a unos resultados terapéuticos seguros porque estas  células no son células normales; no se diferencian en las deseadas  células adultas fenotípicas sino en células fenotípicas fetales  inmaduras; no se requieren para la investigación si se utilizan otras  células pluripotenciales; pueden producir tumores cuando son inyectadas  en el cuerpo del paciente; biológicamente son recambios inadecuados para  las células madre adultas que se han perdido. En consecuencia, las  células madre embrionarias no han demostrado éxito alguno en  aplicaciones terapéuticas».[1]
    «Por  contraste, el documento administrativo y otra literatura publicada  recientemente dejan claro que las células madre adultas ya han producido  beneficios terapéuticos positivos publicados para pacientes heridos en  la médula espinal incluyendo pacientes con dolencias crónicas (durante  quince años)»[2].
      El  juicio va para largo y probablemente terminará en el Tribunal Supremo  de los Estados Unidos. Mientras tanto la Corte de Apelaciones del  circuito del Distrito de Columbia, un escalón por debajo del Tribunal  Supremo, ha de dar un veredicto. Wadman señala que si el Tribunal da la  razón a Deisher «se cerrarán una vez más cientos de experimentos con células madre embrionarias humanas que posiblemente habrían sido para bien». Desgraciadamente para Nature los argumentos científicos esta vez no cuentan. Confiemos que sea una fiebre pasajera. 
Artículo original, en Nature
Vicente Font BoixTemesD´Avui.org / Almudí
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[1]  The Collins Declaration asserts that “remarkable progress has already  been made in realizing the possible benefits of hESC research.” (Collins  Decl. 6.) Yet this assertion is not supported by any factual evidence  (e.g., published citations or textual examples), and ignores the  significant failures and problems associated with hESC research that are  identified in the administrative record, including that hESC research  will not lead to safe therapeutics because hESC are not normal cells;  they do not differentiate into desired adult phenotype cells, but to  fetal, immature phenotype cells; they are not required for research  using other pluripotent cells; they may form tumors when injected into a  patient´s body; they may be rejected by a patient´s immune system; and  they are biologically inadequate replacements for lost adult stem cells.  As a result, embryonic stem cells have shown no success in therapeutic  applications.
[2]  By direct contrast, the administrative record and recent published  literature make clear that adult stem cells have already produced  published positive therapeutic benefits for spinal cord injury patients,  including patients who had chronic injury (up to 15 years).

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