A juzgar por sus declaraciones fiscales, los colosos de la tecnología
no van muy bien en Europa. En Gran Bretaña, Google facturó el año
pasado más de 4.000 millones de libras, pero ganó apenas 40 millones. Y
en España tiene pérdidas. Menor aun es el margen de Amazon Europa: solo
28 millones de euros de beneficios con unas ventas totales de 9.100
millones. En Gran Bretaña, donde más negocio tiene, su resultado fue de
unos ocho millones y medio.
Tan modestas ganancias suponen impuestos poco elevados. De eso se
trata, precisamente: la estructura de esas y otras multinacionales está
pensada para aliviar lo más posible la carga fiscal. Todas usan más o
menos los mismos procedimientos, a los que se ha dado en llamar
“irlandés doble” y “sandwich holandés”.
Primero, atribuyen la mayor parte de los ingresos a filiales
domiciliadas en algún país con un impuesto de sociedades más bajo.
Irlanda es el preferido: exige el 12% de los beneficios, mucho menos que
España (35%), Francia (33%) o Gran Bretaña (24%).
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