El mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero, más que un canto a la Paz, es un clamor por la Paz, un clamor anhelando y rogando la Paz.
Un clamor que se eleva al Cielo desde lo más hondo del corazón de
Benedicto XVI, y se expande por la tierra sostenido en cinco verdades
fundamento, sin las cuales, en el pensamiento del Santo Padre la Paz no
se establecerá nunca sobre la tierra.
La primera verdad es el reconocimiento de la vocación innata de la humanidad hacia la paz.
"El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, y
coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y
lograda. En otras palabras, el deseo de paz se corresponde con un
principio moral fundamental, a saber, con el derecho y el deber a un
desarrollo integral, social comunitario,que forma parte del diseño de
Dios sobre el hombre. El hombre está hecho para la paz, que es un don de
Dios".
Saberse criatura es la segunda verdad que el hombre no puede desconocer, si quiere construir la Paz.
Si ese deseo de paz está inscrito en el corazón de todos los hombres y
mujeres de cualquier lugar del planeta, Alguien lo ha inscrito; y eso
ayuda a pensar que el deseo de paz está al servicio del desarrolle del
plan de Dios sobre el hombre; el plan de un Padre que ama a sus hijos, y
desea para ellos lo mejor.
"Una condición previa para la paz es el desmantelamiento de la
dictadura del relativismo moral y del presupuesto de una moral
totalmente autónoma, que cierra las puertas al reconocimiento de la
imprescindible ley moral natural inscrita por Dios en la conciencia de
cada hombre. La paz es la construcción de la convivencia en términos
racionales y morales, apoyándose sobre un fundamento cuya medida no la
crea el hombre sino Dios".
El "relativismo moral" no es "bello" -como se ha escrito- ni mucho
menos; y no lo es, porque supone sustituir el plan de Dios sobre el
hombre por el plan del hombre sobre sí mismo; lo que lleva consigo
reducir su grandeza original. O sea, desconocer su propia dignidad de
"hombre".
Ese "deseo de paz" ha de transcurrir por cauces adecuados, por cauces
que el Creador del hombre ha señalado en su deseo de hacer bien al
hombre, a sus hijos los hombres.
Y así llegamos a que el respeto a todo el hombre, a todos los hombres, es la tercera verdad fundamento.
"La paz concierne a la persona humana en su integridad e implica la
participación de todo el hombre. Se trata de paz con Dios viviendo según
su voluntad. Paz interior con uno mismo, y paz exterior con el prójimo y
con toda la creación. La negación de lo que constituye la verdadera
naturaleza del ser humano en sus dimensiones constitutivas, en su
capacidad intrínseca de conocer la verdad y el bien y, en última
instancia, a Dios mismo, pone en peligro la construcción de la Paz. Sin
la verdad sobre el hombre, inscrita en su corazón por el Creador, se
menoscaba la libertad y el amor, la justicia pierde el fundamento de su
ejercicio".
Quizá puede parecer un ideal
demasiado elevado, y lejos del alcance de los hombres de nuestro
tiempo; o también, algo que no vale la pena siquiera intentar: que cada
uno viva a su manera, y a ver qué resultado da. Benedicto XVI no se
engaña, porque sabe que la cuarta verdad es la intervención de Dios
mismo en la historia de los hombres. El hombre nunca está solo;
abandonado a sus propias y únicas fuerzas.
"La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible. Nuestros
ojos deben ver con mayor profundidad, bajo la superficie de las
apariencias y las manifestaciones, para descubrir una realidad positiva
que existe en nuestros corazones, porque todo hombre ha sido creado a
imagen de Dios y llamado a crecer, contribuyendo a la construcción de un
mundo nuevo. En efecto, Dios mismo, mediante la encarnación del Hijo y
la redención que él llevó a cabo, ha entrado en la historia, haciendo
surgir una nueva creación y una alianza entre Dios y el hombre, y
dándonos la posibilidad de tener "un corazón nuevo" y "un espíritu
nuevo".
La paz viene a ser el Arco Iris en la sociedad; la señal de la
armonía entre Dios y los hombres. Cuando el hombre está en guerra, en
violencia contra sí mismo, contra los demás, está también, y
principalmente, en guerra con Dios.
Y el respeto a la vida humana, viene a ser la quinta verdad fundamento de la Paz.
"El camino para la realización del bien común y de la paz pasa ante
todo por el respeto de la vida humana, considerada en sus múltiples
aspectos, desde su concepción, en su desarrollo y hasta su fin natural.
Auténticos trabajadores por la paz son, entonces, los que aman,
defienden y promueven la vida humana en todas sus dimensiones: personal,
comunitaria y trascendente. La vida en plenitud es el culmen de la paz.
Quien quiere la paz no puede tolerar atentados y delitos contra la
vida".
¿Como puede establecerse la paz sobre un cementerio de millones de tumbas de inocentes asesinados apenas concebidos?
"Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios"
Y así "la paz será una convivencia basada en la verdad, la libertad,
el amor, la justicia". ¿Arduo camino? Sin duda. La alternativa, sin
embargo, es desastrosa: el totalitarismo ideológico, político,
sostenido por la manipulación y el abuso del poder, que se sostiene en
la destrucción del hombre.
Ernesto Juliá Díaz
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