Que Cristo reine no significa llevar a cabo una política, una acción económica o una cultura cristianas, sino que esas mismas realidades son llevadas a cabo por cristianos
Es muy conocido que tres expresiones inspiraron profundamente a San Josemaría en los inicios del Opus Dei: "Para Dios toda la gloria", "Queremos que Cristo reine" y "Todos con Pedro, a Jesús, por María".
Quería fijarme ahora en la segunda, porque resume y describe certeramente la aspiración y la actuación de un cristiano. En la Sagrada Escritura queda claro que el reinado de Dios no es humano. Pero hemos de tener cuidado con que esto no nos lleve a concluir, como quiere el laicismo, que no debe notarse en nada (externo) la fe que profesamos. Si Cristo manda en el corazón de cada persona, necesariamente se verá en todas sus actuaciones, sean privadas, en el ámbito familiar, de amistad, laboral, político o social. Que Cristo reine no significa llevar a cabo una política, una acción económica o una cultura cristianas, sino que esas mismas realidades son llevadas a cabo por cristianos. La diferencia es importante, porque está en juego la defensa de la libertad, pues en ningún campo humano hay opciones que sean las únicas compatibles con la fe.
La crisis que padecemos en nuestro país es, desde luego, económica, laboral y de confianza en la clase dirigente, pero lo es, ante todo, de principios y de virtudes, y aquí pienso que viene al caso el recordatorio del mensaje de San Josemaría que hacemos en este nuevo aniversario. Él nos animaba insistentemente a amar al mundo con pasión y expresó y defendió con energía los fines exclusivamente espirituales de la Obra: dar la formación adecuada y promover en medio del mundo una intensa vida espiritual, y, con ambas cosas, reinstaurar todo en Cristo.
Actuar con conciencia cristiana nos llevará a ser honestos, justos, respetuosos, sensibles con los más débiles, caritativos, y ¿qué mejor base de una auténtica y duradera regeneración del tejido social? Intentemos cada uno, donde estemos, cambiar las cosas que no nos gustan, sin detenernos en la queja estéril, sin paralizamos con fantasías fuera de nuestro alcance. Muchos pocos terminan sumando un mucho. Esta es la auténtica participación responsable y solidaria.
«Queremos que Cristo reine», nos decía, a la vez que proclamaba un legítimo pluralismo. Saber convivir con todos, con esa cultura del encuentro de la que habla el Papa Francisco, cuando nos anima a tender puentes en vez de construir murallas (Sobre el cielo y la tierra, pág. 13). El cristiano debe aportar luz al debate público, no calor −enfrentamiento−, y debe mostrarse, como nuestro modelo, Cristo, compasivo y amable, debe ser, como repetía San Josemaría, sembrador de paz y de alegría.
Confiados en Dios, combatiremos esas enfermedades paralizantes de la inteligencia y de la voluntad que son el pesimismo y la cobardía. El primero nos hace miopes para ver lo bueno y la segunda nos hace débiles para actuar. El resultado sería una triste caricatura de lo que debe ser un cristiano en medio de la calle.
Cristo quiere reinar dentro de nosotros y, como consecuencia, en todo lo que hacemos, y que así seamos, como eligió Benedicto XVI como lema de su episcopado y papado, Cooperadores de la verdad.
Javier Palos, vicario del Opus Dei para Jaén
Diario de Jaén / Almudí
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